Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.© Desconocido
Su rostro estaba tan pálido como las sábanas blancas que cubrían su cuerpo; sus hundidos ojos estaban llenos de lágrimas. Gritaba: "No, así no, así no", intentando esconder su tragedia.
Laiz, de apenas tres años, era demasiado consciente de su presente y su futuro, de su pierna derecha amputada y de sus manos paralizadas. Le habían rescatado de entre los escombros después de que sus padres murieran en el bombardeo de la casa de su familia en las afueras de Damasco.Los hospitales públicos no le admitían porque, teniendo en cuenta la barriada de la que procedía,
ese niño podría ser un terrorista o un infiltrado. Los hospitales privados exigían el pago por adelantado, y no era momento de ponerse a recoger dinero de otras personas desafortunadas.
Por tanto, Laith se pasó diez días en un hospital de campaña que apenas disponía de medicamentos y equipamiento;
tuvieron que amputarle la pierna derecha hasta casi el torso. Temiendo por su otra pierna, su maternal tía y los voluntarios de la ayuda recogieron dinero para poder realizar varias operaciones. Cuando Laith despertó, se quedó conmocionado al ver que sus padres no estaban allí y aterrado ante la desaparición de su pierna derecha. Su pierna izquierda estaba rodeada de placas de metal y otros soportes. Y no podía mover las manos.
"Me rompió el corazón cuando se puso a llorar de vergüenza al ver que el doctor me mostraba sus piernas", me dijo Suha, una de las voluntarias de la ayuda.
"Es tan pequeño e indefenso, aunque sabe perfectamente lo que le espera: una vida llena de calamidades, y ¿de qué es culpable, qué delito ha cometido?"Suha estaba tratando de organizar la ayuda para salvar a Laith. Los rayos X mostraban numerosos puntos negros, grandes y pequeños, a causa de la metralla que se le había incrustado por todo el cuerpo. Cuando le visitó en el hospital, Suha le llevó un juguete para animarle y ganarse su confianza. Le hizo una foto con su teléfono móvil. El pequeño sonrió cuando le preguntó si quería ver la foto, pero estalló en llanto cuando vio que no podía mover los dedos para sostener el teléfono.