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Rodolfo Paramo: Médico especialista en pediatría, desde su experiencia en neonatología, el doctor Paramo viene advirtiendo desde hace años las consecuencias de los agroquímicos en la salud de las poblaciones. Investigó las malformaciones en fetos y recién nacidos. Un problema ambiental y social que se expande en ciudades y pueblos, causando estragos en la salud. ¿Dónde realiza su trabajo y qué lo llevó a indagar sobre efectos de los agrotóxicos?
Resido en Malabrigo, una ciudad del sudoeste del departamento General Obligado, al norte de la provincia de
Santa Fe. Me impliqué en esto de casualidad, habiendo llegado a esta ciudad para no morirme ulcerado ni infartado. Estaba trabajando en el servicio de Neonatología del Hospital María Cullen, en la capital santafesina, como médico de planta y médico de guardia. Neonatología es terapia intensiva permanente, es decir, estás luchando todo el tiempo para salvar la vida de un bebé recién nacido o un bebé con problemas. Me mudé a Malabrigo para continuar con esta especialidad. Es el lugar de nacimiento de mi madre y de mi esposa, una ciudad hermosa, con una vegetación extraordinaria. La gente si ve una flor la respeta, alguien sale a cortar el pasto y el vecino que lo ve hace exactamente lo mismo. Es un jardín, inmenso, pero es un jardín.
Comencé a notar en pacientes chicos problemas respiratorios cada vez mas frecuentes. Algo estaba pasando en el ambiente que producía ese efecto; o eran flores de un determinado tipo de árboles, o había polución en el ambiente que desencadenaba estos cuadros de obstrucción bronquial.
Investigando llegamos a la conclusión de que esos ataques se desencadenaban cuando se venteaban los cereales de los depósitos y silos de la cooperativa. Los afectados eran personas que vivían en los alrededores, por eso comenzamos a charlar con ellos y a pedir ayuda tanto al ejecutivo municipal, como al legislativo. A través de notas por duplicado, recibían y nos las firmaban, de manera de hacer tomar conciencia a la gente sobre lo que estaba pasando.