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Tiempos difíciles son los que estamos viviendo los ciudadanos españoles, tiempos sombríos, que diría Bertold Brecht. Aquellos que todavía ríen ignoran el posible despido que les puede afectar, los recortes que sufrirán, las nuevas subidas de impuestos, el deterioro de los servicios públicos, los años que tendrán que seguir trabajando más allá de lo razonable y la merma futura de su pensión. Ya no hay muchos jóvenes que rían porque sufren el brutal paro, conocen la inseguridad laboral y quizá estén haciendo las maletas. Los griegos han sido empobrecidos un 40%; en España vamos, de momento, por el 22% y el paro es mayor, la desprotección aumenta y se convierte en humillante en muchos casos.
Esperábamos a los bárbaros de la Troika. Y para que no llegaran, Rajoy empezó a tomar medidas brutales que convirtieron los dos primeros años de la legislatura en el Gran Saqueo de salarios, derechos sociales y laborales. Y hasta de sueños. Dijeron hacerlo porque no había más remedio, cuando en realidad la crisis es una excusa para acabar con todo y dejar una sociedad irreconocible, un futuro inhabitable para la mayoría. Así la pobreza se extiende, los salarios se han devaluado, siguen los recortes del gasto social y el desmantelamiento de lo público. El país se ha puesto en almoneda. Todo ello para que la banca y las grandes empresas del Ibex vuelvan a obtener fabulosos beneficios, para que el PIB crezca el 0,1%. Valiente victoria pírrica sobre los trabajadores y la mayoría social. Dos años después hay más desempleo, más precariedad, más desprotección y más desigualdad. Brutal balance de la gestión del PP.
La política de recortes ha desmantelado la protección a la dependencia y los servicios sociales, el presupuesto de ciencia e investigación; se ha intentado privatizar la sanidad en Madrid y otros servicios públicos. Sólo en educación los recortes ascienden a 6.400 millones de euros, lo que supone 22.000 profesores despedidos mientras aumentó en doscientos mil el alumnado. La
ley Wert es puro darwinismo escolar al servicio del darwinismo social, económico y político. Su filosofía educativa antepone las necesidades de los mercados a la formación integral de las personas y a la construcción de una sociedad más justa y cohesionada. No hemos estudiado por encima de nuestras posibilidades: el problema es que tenemos un gobierno muy por debajo de lo que se merece este país.