En esta foto de mayo de 2013 se pueden observar los envases vacíos de Roundup de Monsanto que son depositados en el centro de reciclaje de Quimili, provincia de Santiago del Estero, Argentina.
En lugar de disminuir el uso de pesticidas, se ha multiplicado por 8, desde los 9 millones de galones en 1990 a los 84 millones de galones a día de hoy. El glifosato, ingrediente activo de Roundup es utilizado de 8 a 10 veces en mayor cantidad por acre que en Estados Unidos. Argentina no dispone de un estándar nacional de utilización de productos químicos, siendo la provincias y los municipios los que regulan su uso.
El resultado es una mezcolanza de normas que se ignoran, exponiendo a las personas a sustancias peligrosas.© Natacha Pisarenko, AP
El trabajador agrícola argentino Fabián Tomasi nunca recibió ningún tipo de preparación para el manejo de pesticidas.
Su trabajo consistía en llenar los tanques de los aviones de fumigación lo más rápidamente posible, quedando a menudo empapado por el pesticida. Ahora, a los 47 años, es un esqueleto viviente, se encuentra tan débil que apenas puede salir de su casa, en la provincia de Entre Ríos.
La maestra Andrea Druetta, que vive en la provincia de Santa Fe, en el corazón de la producción de soja, donde la fumigación de productos agroquímicos está prohibida a menos de 500 metros de las áreas pobladas, pero aún así se planta a 30 metros escasos de su puerta trasera. Sus hijos fueron rociados hace poco con productos químicos, mientras se encontraban en la piscina del patio trasero.
Sofia Gatica perdió a su hijo recién nacido por insuficiencia renal, presentando una denuncia que dio lugar a las primeras condenas en Argentina por fumigaciones ilegales. Pero el veredicto llegó demasiado tarde para muchos de los 5300 vecinos de Ituzaingó.
Los estudios del Gobierno encontraron niveles alarmantes de contaminación por agroquímicos en el suelo y en el agua potable. El 80% de los niños a los que se les analizó la sangre tenían presencia de plaguicidas.Argentina, con los cultivos biotecnológicos estadounidenses de soja, se ha convertido en el tercer mayor productor del mundo, pero los productos químicos no se limitan a los cultivos de maíz, soja y algodón.
Associated Press ha documentado decenas de casos en todo el país sobre la aplicación de pesticidas de manera contraria a lo establecido por los organismos de regulación o que prohíbe expresamente la legislación vigente. Los productos que se rocían contaminan escuelas y hogares, los suministros de agua, los trabajadores agrícolas reciben los productos químicos al no llevan ningún tipo de protección, e incluso las personas almacenan el agua en bidones que antes han contenido plaguicidas, bidones que deberían de haber sido destruidos después de su uso.
Los médicos advierten que el uso incontrolado de pesticidas puede ser la causa de los crecientes problemas de salud entre los 12 millones de personas que viven en el cinturón agrícola de esta extensa nación.En Santa Fe, las tasas de cáncer son de dos a cuatro veces superiores a la media nacional. En
El Chaco, los defectos de nacimiento se cuadriplicaron en la década posterior a la implantación de la agricultura biotecnológica, que se ha extendido ampliamente.
"El cambio en la tecnología utilizada en la agricultura ha traído también un cambio en el perfil de las enfermedades", dice el Dr. Merardo Ávila Vázquez, pediatra y neonatólogo, cofundador deMédicos de Pueblos Fumigados, un movimiento en crecimiento que exige la aplicación de normas de seguridad en la agricultura.
"Hemos pasado de una población muy saludable a otra con altas tasas de cáncer, defectos de nacimiento y enfermedades raras que no habíamos visto con antelación".