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Cada año miles de bebés iraquíes son víctimas mortales de las armas químicas que utilizaron las tropas estadounidenses durante la intervención militar en ese país hace nueve años.Desde entonces,
el aumento de los casos de cáncer, leucemia, malformaciones congénitas, parálisis, daños cerebrales y las tasas de mortalidad infantil en Irak son alarmantes.Según datos registrados por Nadim Al Hadidi, médico del hospital de Faluya, una ciudad iraquí situada 65 kilómetros al oeste de Bagdad, tan
solo en enero, 672 bebés fallecieron como consecuencia de las armas químicas en dicha localidad."Pero sabemos que son muchos más", añadió Al Hadidi en declaraciones hechas a la agencia IPS.
Esta localidad, comunicó el doctor,
es hoy uno de los lugares del mundo donde nacen más niños sin cerebro, sin ojos o con los intestinos fuera de la cobertura abdominal. Lamentablemente este tipo de casos
son tan comunes que ya han pasado a ser una 'seña de identidad' local.Estas desgracias son el resultado de las pruebas de "
sustancias químicas y explosivos [como] bombas termobáricas, fósforo blanco o uranio empobrecido por parte de los estadounidenses en 2004", lamenta Hadidi.
En los meses que siguieron a la
invasión de Irak, en marzo de 2003, las manifestaciones contra la ocupación y los desafíos a los toques de queda se encadenaron a diario en Faluya.
Sin embargo, fue en 2004 cuando esta ciudad vivió dos sangrientos asedios por parte de las tropas estadounidenses. En ambas ocasiones, varias organizaciones de defensa de los derechos humanos denunciaron el uso de proyectiles de fósforo blanco, sustancia que la ONU prohíbe utilizar durante las acciones militares. No obstante, las autoridades estadounidenses aseguraron que éste se usó solamente para la iluminación nocturna.