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Al entrar en París con los pies llenos de ampollas tras 10 días de marcha desde una planta de acero en el noreste de Francia en peligro de cerrar, el trabajador acerero Jerome Baroin no estaba de humor para hablar de la campaña de reelección del presidente francés, Nicolas Sarkozy.
"Sarkozy no ha hecho nada por nosotros. Sus promesas son sólo mentiras", dijo Baroin, de 29 años, cuya caminata de 350 kilómetros con otros 17 trabajadores de la planta paralizada en Florange, junto a la frontera con Alemania, subraya un tema que sonroja al candidato conservador.
Los trabajadores del acero tienen una queja específica. A las dos semanas de asumir el cargo, Sarkozy dijo haber llegado a un acuerdo con la propietaria ArcelorMittal para reabrir los hornos, pero la empresa dijo después que sólo lo haría cuando la economía se recuperase.
En general, los sondeos muestran que Sarkozy no está logrando reconquistar a los trabajadores de la industria, los votantes inconstantes que le ayudaron a llegar al poder en 2007 seducidos por su lema "trabaja más para ganar más".