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Se dice popularmente que la belleza está en los ojos de quien la mira, pero ¿también la sexualidad es algo que depende del observador? ¿Es necesariamente "malo" que una niña de 10 años sea sexy? Estas son preguntas complejas que han salido a relucir debido a la controversia generada por una imagen de la modelo de 10 años Thylane Loubry Blondeau, presentada en la nueva edición de
Vogue en Francia y en la que esta joven aparece arreglada como una mujer adulta para una fiesta, en una posición que puede percibirse como coqueta, con un fondo de animal print y abrazando una piel de tigre.
Esta imagen ha sido descrita como provocadora, sensual y hasta "ardiente" por algunos medios estadounidenses. Thylan Loubry Blondeau ha aparecido en distintas campañas de moda que ahora, a la luz del revisionismo de su "sexualización", son analizadas como manifestaciones descollantes de la precoz representación de las niñas como objetos sexuales (
esta imagen donde aparece topless ha sido calificada como indecente, aunque ver a una niña así en la playa seguramente sería algo normal y poco escandaloso).
Del hecho se desdoblan varios cursos de discusión. Por un lado es evidente que la industria de la publicidad, en su alianza indivisible con la industria de la moda, ha usado el cuerpo de la mujer como un objeto de deseo sexual, una especie de grial (desacralizado) de la manipulación mercadotécnica, asociando en la mente del consumidor productos con el bienestar que supone estar acompañado e incluso poseer a una mujer hermosa (como si una mujer fuera algo que se puede tener y hasta comprar).