
Manifestantes opositores al gobierno responden contra los matones de Mubarak mientras un solitario soldado egipcio observa desde el techo del Museo de Egipto
Pero de todas maneras intentemos lograr cierta perspectiva.
Las pacíficas manifestaciones masivas en Egipto de los últimos diez días contra el dictador Hosni Mubarak se transformaron en una gran batalla el 2 de febrero cuando grupos coordinados de "partidarios pro-gobierno" armados con cuchillos, lanzas y machetes atacaron las calles que conducen a la Plaza Tahrir en el centro del Cairo y comenzaron a arrojar piedras a los manifestantes y a atacar sistemáticamente a los periodistas. Los apoyaba una caballería de maníacos a caballo y camellos arremetiendo contra las multitudes, castigando salvajemente con sus fustas. La coordinada naturaleza del asalto fue inconfundible a medida que estos "partidarios pro-gobierno" luego buscaron puntos de ventaja en techos por sobre las masas de manifestantes y arrojaron bombas Molotov en todas direcciones. Su furia y evidente psicopatología es totalmente opuesta a los millones de pacíficos manifestantes que hemos visto en las calles de las ciudades de Egipto. que organizaron guardias vecinales, operaciones de limpieza de las calles y puestos de seguridad para identificar a los "partidarios pro-gobierno" y para detener a los policías encubiertos que se hacen pasar por ladrones (en inglés).
Voy a aclarar algo que los principales medios de prensa parecen no haber captado: no hay "partidarios pro-Mubarak". Sus números provienen principalmente de la policía y los servicios de seguridad que habían desaparecido de la ciudad en el tercer día de la revolución cuando los manifestantes los persiguieron (en inglés) haciéndolos retroceder en el puente 6 de Octubre que cruza el Río Nilo. Esos grupos están conformados por jóvenes desesperados que reciben promesas de treinta piezas de plata, y miles de prisioneros (en inglés) liberados de las cárceles durante el caos inicial del 25 de enero. La intención de Mubarak es que estos mongoloides generen el caos necesario para que el enorme ejército egipcio finalmente haga algo sobre las "batallas entre ambos bandos".