
Un manifestante ultraortodoxo observa un incendio durante el inicio de las protestas, el pasado martes en Jerusalén.
La controversia se centró esta vez en la exigencia por parte de los haredím (temerosos de Dios) de que se cierre al tráfico durante el "shabat" la calle Hanevim, una arteria fundamental de la ciudad adyacente al barrio ultraortodoxo de Mea Shearim, en una muestra más del pulso constante que ambas comunidades mantienen por imponer su modo de vida en la ciudad santa.
Entre ochocientos y mil religiosos, ataviados con sus tradicionales trajes negros o batines blancos y tocados con sombreros de ala ancha o de piel, protestaban al grito de "¡Shabes!, ¡Shabes!" (shabat, en yidish) y llamaban "nazis" y escupían a los periodistas y a los policías que trataban de controlar a la masa.
La manifestación, convocada por el grupo ultraortodoxo Eda Haredit, marca la número cien de las realizadas contra la vulneración del shabat, que se iniciaron hace dos años en protesta contra la decisión municipal de abrir los sábados un aparcamiento público en el centro de la ciudad.
La jornada sagrada de descanso del judaísmo comienza el viernes al anochecer y concluye al día siguiente al verse las tres primeras estrellas, tiempo durante el que los observantes tienen prohibido el uso de aparatos electrónicos y de transporte, así como encender o apagar la luz, escribir o realizar cualquier tipo de trabajo o esfuerzo físico.