© ReutersJóvenes chinos estudian de noche en una escuela de la provincia de Anhui.
El final de los tres días de vacaciones del
Primero de Mayo trajo la noticia del
suicidio en
Nanjing, la capital provincial de
Jiangsu, de dos
adolescentes, de 13 y 15 años, porque no habían completado sus deberes. Los suicidios no son raros entre los
estudiantes chinos, sometidos a una presión y a una
competitividad extremas. Hace años que los sociólogos piden la
reforma de un sistema que exige un precio alto para sus innegables logros.
China es el único país en vías de desarrollo con un 99% de
alfabetización juvenil.Miles de estudiosos de todo el país se examinaban cada año durante la época imperial en el pequinés
Templo de Confucio para entrar en el selecto
cuerpo funcionarial. Los rotundos cambios de China en las últimas décadas no han alterado la relevancia social de la educación. En el anterior Comité Permanente, el mayor órgano del Gobierno, 19 de sus 25 miembros tenían formación científica. El sistema meritocrático descansa en un filtrado que empieza en el
colegio y encauza a los mejores a las más prestigiosas
universidades del país, siempre
públicas.