
Después de tres semanas de movilizaciones y protestas masivas y pacíficas la correlación de fuerzas pasó a ser favorable.
La correlación de fuerzas en esta lucha liderada por los jóvenes y que se inició el 25 de enero favoreció en un inicio al pueblo, pero como se ha visto con el traspaso del poder al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFFAA) han sido los militares, que jugaron hábilmente el papel de árbitro entre el pueblo y el presidente Mubarak, quienes recibieron el poder y el mandato de asegurar una incierta transición, porque la lucha continuará mientras se mantenga el sistema que Mubarak construyo durante tres década de poder.
Por el momento es importante tratar de entender lo sucedido en los días que precedieron a la renuncia de Mubarak, en particular el jueves 10, cuando el presidente Hosni Mubarak anunció que se aferraba al poder, burlándose de las ansias de libertad y de la pacífica sublevación de los millones de egipcios que estaban reunidos en la Plaza Tahir y otros lugares del país para exigir la salida del presidente y el fin de su régimen.
En esa oportunidad Mubarak también humilló públicamente a la administración de Barack Obama al rechazar las presiones de Washington, que en las horas previas había dejado entrever - vía el Pentágono, la CIA, el Departamento de Estado y la Casa Blanca - que Mubarak partiría y que una transición estaba en marcha en Egipto.