Historia Secreta
Los paleontólogos del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES) han encontrado el lugar en el que estuvo esta pequeña pala con mango porque en el suelo del nivel 'P 'quedó impresa su huella, así como restos de la madera carbonizada de la que estaba hecha, que podía ser de pino o de sabina, los árboles que había alrededor.
El artefacto medía en su parte más ancha 15 centímetros de largo por ocho de ancho, con una forma triangular, terminada en punta; y en el mango tiene otros 17 centímetros de largo por cuatro de ancho. Los restos que quedan están carbonizados, lo que indicaría que la habían tirado al fuego que había en la cueva cuando estaba ya medio apagado, por lo que no se quemó. Posteriormente, quedó cubierta por agua y musgos que impidieron su destrucción hasta que la huella quedó impresa en el terreno.
Generalmente el gel se considera una de las manifestaciones más conspicuas - y para muchos detestables - de la vanidad, pero al menos esta vanidad es milenaria y tiene un linaje de la más alta alcurnia. ¿Quién hubiera pensado que un cabello lleno de gel podría determinar si una persona cruza o no hacia la siguiente dimensión y logra burlar la inexorable vigilancia del chacal de ultramundo, Anubis? Al parecer los egipcios no solo usaban gel en vida sino lo llevaban a la muerte para mantener su estilo y su personalidad como signo de distinción durante el Gran Viaje.
Arqueólogos del Centro de Egiptología Biomédica de la Universidad de Manchester encontraron muestras de gel en 9 momias extraídas del oasis de Dakhla, en el oeste del desierto egipcio. Estudos de cromatografía y espectrometría mostraron que la substancia grasosa que encontraron en su cuero cabelludo contenía ácido palmítico y ácido esteárico.
John Taylor, cabeza de la colección egipcia del British Museum de Londres, dice que "el cabello era un símbolo de estatus y estilos elaborados significaban cierta alteza".
Un grupo científico dirigido por Chris Organ, de la Universidad de Harward, estudió la cuestión de cuándo los ancestros del hombre moderno empezaron a manipular los alimentos antes de ingerirlos. Para este fin los investigadores compararon la masa corporal calculada de los representantes de las especies antiguas de primates con las dimensiones de sus mandíbulas y dientes.
Los expertos partieron del hecho de que para los primates modernos, tales índices como la masa corporal, el tamaño de los molares y el tiempo que invierten en la búsqueda y el consumo de la comida, están estrechamente relacionados. Cuanto más grande es un simio y cuanto más grandes son sus dientes, más tiempo tarda en saciarse. Los hombres en tal caso habrían tenido que tardar alrededor de medio día en buscar los alimentos pero en la realidad el tiempo que se necesita para realizar esta tarea es diez veces menor.
También fueron descubiertos por los arqueólogos mexicanos elementos representativos del siglo I, como un baño ritual, un mosaico, un arco y varios objetos de cerámica y metal, lo que confirma al Proyecto Magdala como una excelente oportunidad para conocer la vida de un pueblo en esa época.
El equipo de arqueología bíblica está integrado por especialistas de las universidades Nacional Autónoma de México y Anáhuac plantel México Sur, lo mismo que por más de 300 voluntarios de todo el mundo.
El iniciador del proyecto, Juan María Solana, director del Instituto Pontificio Notre Dame de Jerusalén, se congratuló del descubrimiento y dijo que siempre supo que Magdala era un sitio importante, aunque reconoció que lo hallado rebasa por mucho las expectativas.
El yacimiento de Cova Gran es un abrigo en semibóveda de enormes proporciones que presenta una importante secuencia cultural con niveles de ocupación que incluyen eventos tan importantes como la transición Paleolítico medio-Paleolítico superior, la extinción de los neandertales y su relación con la presencia de los primeros humanos modernos. Otros procesos reconocidos en este yacimiento, igualmente relevantes, se refieren a la presencia humana con posterioridad al Último Máximo Glacial (LGM), así como la consolidación del neolítico en esta región. Estos tres ejes de investigación son claves para analizar la historia del poblamiento humano en la vertiente sur del Pirineo durante los últimos 50.000 años.
Visualmente la joya puede parecer el objeto más importante hallado estos días, pero no lo es porque también se han encontrado herramientas mucho más antiguas y que han permitido conocer que el lugar ha estado ocupado en dos ocasiones, con una diferencia de miles de años entre ellas. Una es la que le da mayor valor al yacimiento porque es la menos habitual, la del Paleolítico Inferior. 'Empezamos calculando que tendría unos 150.000 años, pero ahora nos estamos acercando más a los 250.000 aproximadamente'. Son unas herramientas muy toscas realizadas con cantos de río, concretamente del Urola. 'Se asentaban aquí porque encontraban unas materias de tipo volcánico, muy difíciles de localizar en otros puntos del País Vasco. No son ni mejores ni peores que otras, sino que a los habitantes de entonces les atraían, les parecían exóticas y por eso las apreciaban. En este tramo concreto del Urola son del formato y tamaño que les interesaban'.
En un artículo, publicado en la revista 'Journal of Archaeological Science', científicos británicos y estadounidenses informaron sobre su trabajo con fósiles de organismos marinos, pertenecientes al reino protista, llamados foraminíferas. Sus conchas acumulan diferentes cantidades de los isótopos pesados y ligeros del oxígeno, de acuerdo con la temperatura del medio ambiente.
La cueva de Eirós, localizada al sur de la aldea de Cancelo, en el municipio lucense de Triacatela, es una especie de santuario para el estudio del Paleolítco en Galicia. Eirós, a otra escala, es una especie de Atapuerca galaica en la que los arqueólogos han sacado ya a la luz, de su subsuelo, más de 4.000 piezas. Son vestigios de la fauna y la industria lítica que utilizaron los ocupantes de esta gruta: neandertales, primero y luego, los cromañones.
A partir de hoy y hasta primeros de septiembre, un equipo de arqueólogos retoman, en la que es la cuarta campaña, las investigaciones y los trabajos de excavación en este yacimiento para seguir buscando restos de nuestros primeros antepasados y de sus modos de vida. El grupo, integrado por 14 personas, son investigadores de la USC. Se trata de un proyecto que dirige el profesor y catedrático de Prehistoria, Ramón Fábregas Valcarce, y que tiene como responsable y coordinador de las excavaciones a Arturo de Lombera Hermida, investigador adscrito al Institut Catalá de Paleoecologia Humana (Iphes) y licenciado en Historia por la USC.
Un referente
Eirós, por la riqueza de restos hallados, se ha convertido en un referente en Galicia y también en la cornisa del Cantábrico para el estudio del Paleolítico. Los vestigios desenterrados del subsuelo de esta cueva, pertenecientes a las comunidades de neandertales y cromañones que la ocuparon, se remontan, en función de los niveles datados en la excavación, desde cien mil años atrás los más antiguos hasta 14-12.000 los más recientes.
El ayuntamiento de esta pequeña localidad anunció en un comunicado el descubrimiento de las piezas, que tuvo lugar en mayo pasado durante unos trabajos ordinarios de remoción de tierras en el barrio de A-da-Gorda.
En las excavaciones, un equipo arqueológico detectó varios fragmentos minerales de grandes dimensiones, así como materiales de piedra, que fueron encuadrados en la etapa del Paleolítico inferior.
Entre estos pequeños materiales destacan los bifaces, que están considerados las primeras herramientas prehistóricas reconocidas como tales e incluidos en la industria Achalense, que surgió en África, Asia y Europa hace unos 1,6 millones de años.

La cueva de Denísova está situada en las estribaciones de las montañas de Altay, en pleno corazón de Asia.
La cueva está situada en una montaña a unos 250 kilómetros de la ciudad de Biysk, en el valle del río Anuy. Las excavaciones en la cueva empezaron a principios de la década de 1980, después de que se descubriera que el territorio de Altay, debido a unas condiciones climáticas óptimas, fue un lugar de asentamiento de los hombres primitivos. Los objetos más antiguos encontrados en la cueva datan de hace cerca de 280.000 años.
Al ser encontrados en la cueva de Denísova un inusitado número de objetos únicos pertenecientes a diferentes épocas, se hizo patente de que se trataba de una verdadera mina de datos arqueológicos y los científicos tomaron la decisión de montar cerca de la cueva un campamento de investigación, que se convirtió posteriormente en un centro de estudio dotado incluso de un laboratorio, donde se lleva a cabo la exploración inicial de los objetos encontrados. El centro acoge anualmente a unos 100 arqueólogos y científicos de otros campos.