Traducido por el equipo de SOTT.netLa catastrófica respuesta al Covid ha llevado a mucha gente a preguntarse si realmente deberíamos delegar la política pública -que trata asuntos fundamentales de la libertad humana- y menos aún la salud pública, a un sistema científico designado por el Estado. ¿Deben ceder los imperativos morales al juicio de los expertos técnicos en ciencias naturales? ¿Debemos confiar en su autoridad? ¿En su poder?
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Aquí hay una verdadera historia que consultar.
No hay mejor caso de estudio que el de la eugenesia: la ciencia, así llamada, de producir una raza mejor de seres humanos. Fue popular en la Era Progresista y siguientes, y orientó en gran medida la política del gobierno estadounidense. Por aquel entonces, el consenso científico estaba totalmente a favor de una política pública basada en elevadas pretensiones de conocimiento perfecto basado en la investigación de expertos. Había una atmósfera cultural de pánico ("¡suicidio racial!") y un clamor para que los expertos elaboraran un plan para hacerle frente.
La Sociedad Americana de Genética Humana ha publicado recientemente
un informe en el que se disculpa por su pasado rol en la eugenesia. La declaración está bien hasta cierto punto y ofrece una breve visión general de la historia de la eugenesia. Sin embargo, el informe es demasiado limitado y débil.
La eugenesia no fue un mero fanatismo con tintes científicos. Con el tiempo se convirtió en la fuerza motriz de la segregación, la esterilización, la exclusión laboral de los "no aptos", la gestión cuidadosa de la inmigración, de las licencias matrimoniales y de procreación, la demografía y mucho más.
La presunción subyacente siempre se refirió a la salud biológica de toda la población, que estas élites imaginaban que era de su exclusiva competencia. Basada en esa idea central, la ideología eugenésica llegó a estar profundamente arraigada en los círculos de la clase dirigente del mundo académico, los tribunales, los medios de comunicación de élite y las finanzas. De hecho, era tan ortodoxa que apenas se cuestionaba en un ambiente educado. Los sueños eugenésicos llenaban las páginas de periódicos, diarios y revistas, prácticamente de todos ellos.
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