Historia Secreta
La cueva de Eirós, localizada al sur de la aldea de Cancelo, en el municipio lucense de Triacatela, es una especie de santuario para el estudio del Paleolítco en Galicia. Eirós, a otra escala, es una especie de Atapuerca galaica en la que los arqueólogos han sacado ya a la luz, de su subsuelo, más de 4.000 piezas. Son vestigios de la fauna y la industria lítica que utilizaron los ocupantes de esta gruta: neandertales, primero y luego, los cromañones.
A partir de hoy y hasta primeros de septiembre, un equipo de arqueólogos retoman, en la que es la cuarta campaña, las investigaciones y los trabajos de excavación en este yacimiento para seguir buscando restos de nuestros primeros antepasados y de sus modos de vida. El grupo, integrado por 14 personas, son investigadores de la USC. Se trata de un proyecto que dirige el profesor y catedrático de Prehistoria, Ramón Fábregas Valcarce, y que tiene como responsable y coordinador de las excavaciones a Arturo de Lombera Hermida, investigador adscrito al Institut Catalá de Paleoecologia Humana (Iphes) y licenciado en Historia por la USC.
Un referente
Eirós, por la riqueza de restos hallados, se ha convertido en un referente en Galicia y también en la cornisa del Cantábrico para el estudio del Paleolítico. Los vestigios desenterrados del subsuelo de esta cueva, pertenecientes a las comunidades de neandertales y cromañones que la ocuparon, se remontan, en función de los niveles datados en la excavación, desde cien mil años atrás los más antiguos hasta 14-12.000 los más recientes.
El ayuntamiento de esta pequeña localidad anunció en un comunicado el descubrimiento de las piezas, que tuvo lugar en mayo pasado durante unos trabajos ordinarios de remoción de tierras en el barrio de A-da-Gorda.
En las excavaciones, un equipo arqueológico detectó varios fragmentos minerales de grandes dimensiones, así como materiales de piedra, que fueron encuadrados en la etapa del Paleolítico inferior.
Entre estos pequeños materiales destacan los bifaces, que están considerados las primeras herramientas prehistóricas reconocidas como tales e incluidos en la industria Achalense, que surgió en África, Asia y Europa hace unos 1,6 millones de años.

La cueva de Denísova está situada en las estribaciones de las montañas de Altay, en pleno corazón de Asia.
La cueva está situada en una montaña a unos 250 kilómetros de la ciudad de Biysk, en el valle del río Anuy. Las excavaciones en la cueva empezaron a principios de la década de 1980, después de que se descubriera que el territorio de Altay, debido a unas condiciones climáticas óptimas, fue un lugar de asentamiento de los hombres primitivos. Los objetos más antiguos encontrados en la cueva datan de hace cerca de 280.000 años.
Al ser encontrados en la cueva de Denísova un inusitado número de objetos únicos pertenecientes a diferentes épocas, se hizo patente de que se trataba de una verdadera mina de datos arqueológicos y los científicos tomaron la decisión de montar cerca de la cueva un campamento de investigación, que se convirtió posteriormente en un centro de estudio dotado incluso de un laboratorio, donde se lleva a cabo la exploración inicial de los objetos encontrados. El centro acoge anualmente a unos 100 arqueólogos y científicos de otros campos.
Expertos del Instituto de Arqueología y Reliquias de Henan (centro de China) y el Instituto de Investigación de Propiedad Cultural de Nara, de Japón, descubieron notables semejanzas en instrumentos de piedra desenterrados en China, la República de Corea (RDC) y Japón, lo que supone una extensión transregional de las técnicas, usadas en el norte de China entre 20.000 y 25.000 años atrás.
Li Zhanyang, del instituto chino, opinó que las técnicas podrán haber llegado a la isla japonesa de Kyushu a través de la península coreana.
"Los dos lugares, ahora separados por el océano, eran un solo bloque de tierra hace 20.000 años, cuando el nivel del mar era mucho más bajo que hoy en día, lo que habría posibilitado la difusión de las técnicas", analizó Li.
Científicos del Centro de ADN genealógico iGENEA, con sede en Zurich, reconstruyeron el perfil de ADN del niño faraón, quien ascendió al trono a los nueve años de edad, de su padre Akhenaten y su abuelo Amenhotep III, basándose en una película realizada para Discovery Channel.
Los resultados demuestran que el rey Tut perteneció al grupo genético conocido como haplogrupo R1b1a2, al que también pertenece más del 50 por ciento de todos los hombres en Europa Occidental, lo cual significa que comparten un ancestro común.
Entre los egipcios de hoy en día, este contingente haplogrupo es inferior al uno por ciento, según iGENEA.
En las excavaciones, un equipo arqueológico detectó varios fragmentos minerales de grandes dimensiones, así como materiales, de piedra, que fueron encuadrados en la etapa del Paleolítico inferior. Entre estos pequeños materiales destacan los bifaces, que están considerados las primeras herramientas prehistóricas reconocidas como tales e incluidos en la industria Achalense, que surgió en África, Asia y Europa hace unos 1,6 millones de años.

Científicos descubrieron el fósil de un cráneo de simio trepador de árboles de unos 20 millones de años en la zona de Karamoja, Uganda.
Los científicos descubrieron los restos el 18 de julio mientras buscaban fósiles en los vestigios de un extinto volcán en Karamoja, una región semiárida en el noreste de Uganda.
"Esta es la primera vez que el cráneo completo de un simio de su edad ha sido encontrado. Es un fósil altamente importante", dijo Martin Pickford, un paleontólogo del College de France en París, en una conferencia de prensa.
Pickford dijo que estudios preliminares del fósil mostraron que el herbívoro trepador de árboles, de aproximadamente 10 años cuando murió, tenía una cabeza del tamaño de un chimpancé pero el cerebro del tamaño de un babuino, un simio más grande.
Bridgette Senut, profesora en el Museo Nacional de Historia Natural, dijo que los restos serían llevados a París para ser analizados con rayos x y documentados antes de ser devueltos a Uganda.

Cuerpos de ancestros rarámuri fueron descubiertos en la cueva El Gigante, en la sierra Tarahumara de Chihuahua. Los restos se suman a otros ocho que se descubrieron el año pasado
Los arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) que descubrieron las momias explicaron que éstas tienen una antigüedad de entre 800 y 1000 años y que "la mayoría de los cuerpos se encontraron en posición fetal, y tienen evidencias de que fueron envueltos con mantas de algodón y de fibras vegetales".
Uno de los grandes enigmas de la investigación prehistórica estriba en desvelar las causas y circunstancias en las que desaparecieron los neanderthales hace unos 30.000 años y cómo se produjo la entrada del hombre moderno (homo sapiens) durante la transición del Paleolítico Medio al Paleolítico Superior. En Cantabria, las excavaciones en la cueva del Castillo (Puente Viesgo) que dirige el catedrático de Prehistoria de la Universidad de León, Federico Bernaldo de Quirós, están revelando información muy valiosa al respecto. El pasado jueves concluyó una nueva campaña y el director del proyecto de investigación, que ha dado por finalizada la exhumación del «problemático» nivel 18, a la vista de los descubrimientos en las excavaciones antiguas y en las modernas, defiende la hipótesis que ambas comunidades humanas convivieron durante un periodo de tiempo en esta cueva.
«Hace escasas semanas publicasteis en El Diario que Svante Paabo, el padre del genoma del neanderthal, visitó la cueva del Mirón y se reafirmaba en que neanderthales y sapiens comparten entre un 3 y un 5% de su ADN, algo que prueba que hubo convivencia, uniones entre ambas razas... Es más sensato pensar en que se produjo una colonización 'insidiosa', como me gusta calificar, que en hipótesis catastrofistas para explicar la desaparición de los neanderthales. La causa auténtica probablemente nunca se sabrá», comenta el catedrático que compartió la dirección de los trabajos con su esposa Victoria Cabrera hasta 2004, fecha en la que la catedrática de la UNED falleció. Cabrera inició en 1980 los trabajos de campo en El Castillo y publicó los resultados inéditos de las excavaciones que Alcalde del Río, Obermaier y Wernet, desarrolladas entre 1910 y 1914 e interrumpidas de forma precipitada por el estallido de la I Guerra Mundial.
"Los restos del antiguo aplanado podrían corresponder a una pintura mural. De ser así, representaría la primera obra de este tipo que se descubre en esa zona prehispánica del norte de México", indicó el INAH.
Los investigadores hallaron los fragmentos de estuco en el suelo y en los bordes de las paredes en un cuarto de la sección Casas Grandes de Paquimé, sitio declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1998.