El colapso de la educación superior estadounidense nos presenta una oportunidad única y novedosa para empezar a recuperar lo perdido y revitalizar tanto nuestras cabezas como nuestros corazones.
La educación superior estadounidense, en su forma actual, está completamente perdida. No hay vuelta atrás. Eso está claro."Educar la mente sin educar el corazón no es educación en absoluto" (Aristóteles).
De Buckley a Bloom, Horowitz, Sowell, Boghossian, Peterson y otros, la degeneración gradual de la academia estadounidense ha sido bien documentada, y desde hace algún tiempo; su agonía es más espástica, cómica y extravagante cada mes que pasa.
Dada la rápida, agresiva e incesante propagación de las ideas e ideologías perniciosas de la izquierda directamente desde la torre de marfil al resto de las instituciones culturales de Estados Unidos, una actitud normal de burla y desprecio debería ser sustituida por otra de seriedad y justa indignación. La degeneración de la educación superior estadounidense es paralela a la degeneración del ciudadano estadounidense en general. Y una república que carece de los atributos necesarios de una educación y una ciudadanía adecuadas no puede mantenerse durante mucho más tiempo.
En consecuencia, para aquellos de nosotros preocupados por el próximo capítulo de la historia de Estados Unidos, tanto con respecto a la cultura en general como a la educación superior en particular, la pregunta crucial que ahora necesita una respuesta adecuada es: ¿qué viene después?