La Ciencia del Espíritu
Un equipo de científicos ha descubierto un cambio abrupto en la función del sueño que tiene lugar cuando los humanos alcanzamos aproximadamente los dos años y medio de edad, pasando de un crecimiento rápido a una función de control de daños permanente, según un comunicado de la Universidad de California en Los Ángeles.
Desde nuestro colectivo queremos transmitir la realidad que hemos estado viviendo de un tiempo a esta parte desde nuestra perspectiva profesional. Aunque todos tenemos nuestras propias raíces, familias, costumbres, rutinas... diferentes, los psicólogos somos personas que llevamos haciéndonos preguntas existenciales y trabajando nuestro mundo interior durante toda nuestra vida. El crecimiento y la transformación personal es un proceso que no cesa. Este hecho nos hace ser conscientes de lo que somos y lo que nos rodea y tener un objetivo claro: el bienestar de las personas y los seres del planeta.
Durante estos meses y estas semanas aun más, hemos podido observar como las restricciones impuestas desde los gobiernos y no desde la ciencia y la medicina (el uso de mascarillas y guantes, el distanciamiento social, el aislamiento, la sobreinformación contradictoria...) han generado caos, miedo, destrucción... manipulando y perjudicando la salud tanto psíquica como física de la población y la desprotección del medio natural y animal.
Nuestra labor como profesionales de la salud desde hace años que va enfocada a la prevención en vez de a la curación, como dice el dicho, valga la redundancia: "Más vale prevenir que curar". Desde nuestra perspectiva resulta más efectivo y práctico fomentar la salud que luchar contra la enfermedad y nuestro trabajo ha ido enfocado en esa dirección creando y difundiendo protocolos y guías de prevención en diferentes ámbitos tanto personales como sociales como educativos.
El procesamiento del lenguaje es distinto cuando se lee solo que acompañado por otra persona, según un estudio realizado por profesores e investigadores de la Universidad Complutense de Madrid e investigadores del Instituto de Salud Carlos III publicado en la revista Cortex.
Según este trabajo, cuando leemos en compañía, la actividad eléctrica cerebral registrada indica que el procesamiento del lenguaje sería más heurístico, es decir más global, controlado, integrador y posiblemente más creativo.
El suicidio es una realidad diaria y masiva. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), unas 800.000 personas se quitan la vida cada año alrededor del mundo, lo que implica un suicidio cada 40 segundos. Se trata de un número significativamente mayor que las muertes por homicidio intencional, conflictos armados y terrorismo juntos (579.000 en 2017) según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés).
Por desgracia, la tendencia a descalificar a los demás cuando no se tienen argumentos sólidos es cada vez más común en todas las esferas de nuestra vida social, una tendencia que pone en peligro nuestra capacidad para llegar a un entendimiento porque va destruyendo puentes a su paso. Esa tendencia se conoce como falacia ad hominem.
¿Qué es la falacia ad hominem?
Somos testigos prácticamente a diario de la falacia ad hominem. Podemos verla en los medios de comunicación o las redes sociales, cuando hay dos partes que defienden argumentos contrarios y una de ellas intenta desacreditar a la otra recurriendo a argumentos irrelevantes para el tema como su aspecto personal, género, opción sexual, nacionalidad, cultura y/o religión.
La falacia ad hominem es la tendencia a atacar al interlocutor, en vez de rebatir sus ideas. Quien la utiliza, descalifica los argumentos del otro a través de ataques personales dirigidos a menoscabar su autoridad o fiabilidad.
Dejar de lado una idea, un suceso o algo que nos perturba es una tarea muy complicada. Es más, muchos dicen que cuanto más quieres quitarte algo de la cabeza, más contamina tus pensamientos.
Por suerte, sí que existen algunas estrategias para parar esos pensamientos de los que necesitamos descansar mentalmente. Además, probablemente cuando vuelvas a pensar en ello, todo se verá con mayor claridad y serás más capaz de resolverlo.
¿Cómo parar un pensamiento?
Engancharnos a un pensamiento puede nublarnos la mente, desconcentrarnos de otras tareas y afectar a nuestro bienestar. Es más, si esos pensamientos recurrentes continúan a lo largo del tiempo, se tendría más riesgo de desarrollar un trastorno de ansiedad o depresión. Principalmente, para dejar de pensar en algo, tenemos que darnos cuenta de por qué tenemos esa idea en bucle.
En efecto, al cerebro únicamente le preocupa sobrevivir y por ese camino nos guía, con independencia de qué es lo más justo o lo más veraz. Esto es en muchas ocasiones positivo, y en otras no tanto. La buena noticia es que, con frecuencia, ser conscientes de su inclinación nos ayuda a aprovecharlas a nuestro favor. Veamos cómo.
El cerebro no busca la verdad
Hay numerosas situaciones cotidianas en las que podemos comprobar fácilmente que el cerebro no busca la verdad. Este realiza cambios y ajustes a la información que poseemos y percibimos, engrandece algunos aspectos y omite otros; todo ello con el objetivo de simplificarnos la realidad y ahorrar esfuerzos.
Existen distintos tipos de anglicismos, pero en este artículo nos ceñiremos a los no adaptados o aquellos que se usan en castellano tal cual provienen del inglés, sin ningún tipo de adaptación a nuestra lengua.
En el entorno de las redes sociales, cuando los y las jóvenes se conectan y participan en foros de internet, la presencia de vocablos como banner, back-up, blog, bluetooth, chat, creepy, fandom, feeling, hashtag, mainstream, nick, off topic, online, password, pin, post, random, smartphone, software, spam, staff, vlog, web, wifi, wiki son cada vez más habituales.
Una convivencia de décadas
La incursión del inglés en nuestra lengua no es un fenómeno nuevo. A lo largo de las últimas décadas, los hablantes del español, y, por extensión, la mayoría de las lenguas europeas, nos hemos visto cada vez más expuestos a la influencia de la cultura angloamericana y, por consiguiente, a la impronta de la lengua inglesa.
Durante mi confinamiento causado por el coronavirus y los cierres generales, tuve mucho tiempo para pensar, para leer y mirar videos en youtube. Me gustaría que me acompañaran en un pequeño viaje para mostrarles lo que averigüé y lo que aprendí, y también el motivo por el que creo que todo lo que está ocurriendo está conectado con lo que está sucediendo en el mundo en estos momentos.
El Covid-19 ha provocado el delirio. A pesar de la baja mortalidad, son muchos los que temen por sus vidas. Hay una gran disparidad entre el número real de muertes y el miedo a la muerte que esta crisis provoca en la gente. Parece que los motivos son varios.
El primero y más obvio es el implacable bombardeo de imágenes mostrando escenarios apocalípticos. Enciendan la televisión, y las 24 horas del día se verán ustedes desbordados con relatos de fatalidades, tristeza y muertes. A este respecto, el lenguaje bélico es muy iluminador - la actual crisis de la salud es comparada y descrita como si fuese una guerra. Términos como "batallas entre la vida y la muerte", "la lucha contra el virus" y "trabajadores en primera línea" son testimonios de ello.
Pero si observan de cerca los números, incluso si reconocen que están totalmente manipulados y fabricados, notarán que hablan otro idioma. Los últimos números sugieren que entre el 5 y el 20% de la población ha entrado en contacto con el virus. Al menos la mitad de ellos se infectan pero sin desarrollar ningún síntoma. De los infectados, la mayoría sólo experimenta síntomas leves, análogos a los que la mayoría de la gente experimenta durante cualquier temporada de gripe. Sólo una pequeña minoría se enferma gravemente, y son mucho menos los que mueren.

Reconstrucción tractográfica de las conexiones neurales del cerebro.
En comparación, el cerebro humano cuenta con aproximadamente 1x10¹¹ neuronas que se interconectan entre ellas 1x10¹⁵ veces (de manera cambiante). Todo esto con un peso en torno a 1,5 kg y un volumen de 1 300 centímetros cúbicos. Eso basta para decirnos quiénes somos: creencias, preferencias políticas, predilecciones deportivas y de quién nos enamoramos.
En paralelo a su función más importante, garantizar la supervivencia del cuerpo que lo alberga, su desarrollo exponencial lo ha llevado a la paradoja de ser un órgano que trata de entenderse a sí mismo. Esto es lo que hacemos, entre otros, los neurocientíficos, quienes tratamos de responder a la pregunta que supone quizá el mayor reto científico de la historia: ¿cómo funciona el cerebro?
Una nueva perspectiva global en su estudio trata de comprender la complejidad estructural de todas las conexiones neuronales del cerebro y su actividad cambiante: el conectoma.