La Ciencia del Espíritu
Un grupo de psicólogos estadounidenses pedían a los participantes de un estudio recordar sus experiencias buenas y malas, después los especialistas observaban cómo cambiaba su apreciación del mundo, tomando en cuenta sus descripciones del entorno.
A los que evocaban hechos buenos, la realidad les parecía más brillante. Por ejemplo, la cámara les parecía más clara, mientras que a los que recordaron sus experiencias negativas todo se convertía en más oscuro.
Además, cuando les ofrecieron objetos seleccionados al azar, las personas que recordaron sus hechos poco éticos preferían las cosas que producen luz, como linternas y velas. Según los expertos, esta elección está vinculada con el sentido de culpa que sufre la persona. "Así ella se siente en las tinieblas y por eso quiere liberarse de este resabio, agregando luz a su entorno".
Los dedos en nuestras manos parecen actuar con independencia. Sin embargo, el estudio de patrones neuromusculares en ellas muestra que cuando movemos un dedo, los movemos todos. Nos ocurre lo mismo cuando hablamos de la molécula de ADN y los genes que aloja, estas unidades genéticas nos pueden dar la impresión de estar bien divididas pero no es así, el funcionamiento es más complejo y menos preciso; involucra la plasticidad que es una de las principales características del cerebro. Conocemos sus regiones, sabemos que están especializadas en distintas funciones, sin embargo, cuando andamos por la vida no sentimos que el mundo está fragmentado sino que tenemos una visión coherente de todo.
La escena se repite: un agresor (de los dos sexos) intimida, maltrata o amenaza a una víctima dejando ver un gran desequilibrio de fuerzas. El escenario: un centro de enseñanza. Por este motivo muchos menores de edad ya no quieren ir a la escuela. Un lugar que se ha convertido en sinónimo del infierno.
Es el caso de Yaretzi, de 10 años, que llegó incluso a sufrir violencia física. "Un día sonó el teléfono y al contestar era la subdirectora de la escuela quien me dice que vaya rápido, ya que mi hija había tenido un altercado con otra niña y le habían abierto su cabeza y la veía muy mal".
El que no sabe es como el que no ve. Y el que sabe, pero no quiere ver, es un insensato. A miles de años del primer caso de crisis epiléptica registrado en la antigua Babilonia, las sociedades en el mundo siguen temiendo a los epilépticos.
La visión oscurantista con la que el vulgo percibe este trastorno cerebral continúa siendo uno de los grandes temores de los enfermos y sus familias.

Según estudios, las personas sádicas tienen mayor activación de ciertas partes cerebrales cuando observan imágenes que reflejan sufrimiento.
Se sabe muy poco acerca de los circuitos neurocognitivos involucrados en esta patología. Sin embargo, científicos publican los datos de uno de los primeros estudios que han evaluado a un grupo de afectados con pruebas de imagen.
Según explican los autores en un artículo publicado en la última edición de 'Science', muchos animales, en especial los mamíferos, los pájaros y los peces, adquieren las habilidades propias de su especie a partir del comportamiento de los demás.
A diferencia del aprendizaje social de estos grupos, las personas han sofisticado la trasmisión de conocimiento gracias a procesos psicológicos que facilitan su acumulación. Además, para esto son fundamentales las instrucciones verbales, la imitación y la prosocialidad en la enseñanza y el aprendizaje de conocimientos.
Los experimentos se centraron en niños de tres y cuatro años, chimpancés y monos capuchinos, que tuvieron que resolver un rompecabezas diseñado en tres niveles secuenciales de dificultad. En cada prueba debían manipular un mecanismo distinto (puerta, tecla y dial) para conseguir una compensación cada vez mayor. La mayoría de los niños acabaron los experimentos, solo un chimpancé lo consiguió y ningún mono capuchino llegó hasta el final.
En las personas con síntomas de depresión, las regiones del cerebro parecen estar demasiado conectados entre sí, según el estudio, que ha sido publicado por Semel de la UCLA Instituto de Neurociencias y Comportamiento Humano, tal y como recoge Thedailybeast.com.
"La depresión es una enfermedad de todo el cerebro", dice el Dr. Andrew Leuchter, el neurocientífico del Instituto Semel. "No es algo que afecta sólo una región del cerebro, sino que el órgano entero no parece estar funcionando muy bien".

Las emociones negativas podrían tener su propio proceso de desarrollo y reflejarse en la conducta.
Investigadores observaron la conducta de niños adoptados a los 9, 18 y 27 meses de edad y de sus padres adoptivos en 361 familias. También analizaron los datos genéticos de los niños y de sus padres biológicos.
Las conclusiones señalan que los padres adoptivos que tendían a reaccionar de forma exagerada se enojaban rápidamente cuando los niños pequeños cometían errores o ponían a prueba los límites adecuados para su edad. Los niños de esos padres se comportaban mal o tenían más berrinches de lo que era normal para su edad.
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