Traducido por el equipo de SOTT.net
© Bradley Weber/Flickr/CC BY 2.0Heródoto
Las barbaridades del Israel sionista nos obligan a plantearnos cuestiones fundamentales: ¿Dónde está nuestra humanidad mientras los israelíes prosiguen a diario sus campañas de terror delante de nosotros?
¿Qué deberíamos hacer mientras nos vemos impotentes para reaccionar de forma significativa porque, como la crisis de Asia Occidental nos ha obligado a comprender de repente, nuestras instituciones nos han fallado?
Ahora muchos de nosotros reconocemos la necesidad de defender nuestra humanidad, la
humanidad de la humanidad, tal y como la concibo.
Anteriormente abordé esta cuestión en relación con el espacio público y sostuve que ha llegado el momento de volver a examinar las instituciones multilaterales, las Naciones Unidas a la cabeza, con vistas a revitalizarlas tras un largo periodo durante el cual han sido menospreciadas y devaluadas.
Ahora quiero dar un giro a las cuestiones que acabo de plantear y sugerir que
consideremos el asunto desde una perspectiva personal, individual.¿Qué debe hacer cada uno de nosotros, en la intimidad, por así decirlo, de su conciencia, de sus pensamientos, de sus conjeturas y juicios, para asumir la tarea de defender la humanidad de la humanidad? En el fondo, se trata de un interrogante psicológico. Se trata, muy sencillamente, de
«cambiar de opinión».Debemos empezar, me parece a mí, por reconocer quiénes
pensamos que somos. Nótese enseguida: No hablo de quiénes somos, sino de quiénes creemos ser,
de quiénes suponemos que somos.
Comentario: Aquí la octava parte: