La Ciencia del Espíritu
La violencia o agresividad es una conducta que se determina por factores genéticos, ambientales y socioculturales, afirmó el investigador de la División de Genética del Centro de Investigación Biomédica de Occidente (CIBO) del IMSS en Jalisco, Luis Figuera Villanueva.
Indicó que algunos estudios realizados a nivel mundial han asociado el comportamiento violento con una enzima de un gen del ADN que interviene en la metabolización de neurotransmisores cerebrales, como la serotonina y dopamina que están relacionados al estado de bienestar y placer en el individuo.
Señaló que la teoría es que al disminuir la producción de esta enzima denominada por sus siglas MA (Monoamina oxidasa) el individuo tiende a desarrollar una mayor agresividad, dicha variante genética puede ser aportada tanto por la madre como por el padre.
Las personas que meditan tienen más pliegues (o mayor grado de girificación) en la corteza cerebral, lo que hace que sus cerebros procesen la información más rápidamente que los cerebros de los individuos que no meditan. Además, cuanto más tiempo se lleve meditando, mayor cantidad de pliegues aparecerán en diversas áreas del córtex. Esto es lo que ha revelado un estudio realizado por científicos de la Universidad de California en Los Ángeles, en el que fueron analizados los escáneres cerebrales de un total de 100 personas, la mitad de ellas practicantes de la meditación durante una media de tiempo de 20 años.
Las personas que meditan tienen más pliegues (o mayor grado de girificación) en la corteza cerebral, lo que hace que sus cerebros procesen la información más rápidamente que los cerebros de los individuos que no meditan.
Esto es lo que ha revelado un estudio realizado por investigadores del Laboratorio de Neuroimagen de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), y del que se ha hecho eco la UCLA en un comunicado.
Anteriores evidencias obtenidas en esta misma Universidad habían constatado que el hábito de meditar, mantenido durante años, aumenta el grosor del cerebro y fortalece las conexiones neuronales. Ahora, esta nueva investigación ha constatado que la meditación aporta otro beneficio más al cerebro.
Comentario: Le recomendamos a nuestros lectores que visiten la página de Éiriú Eolas, un programa para el control del estrés, curación y rejuvenecimiento. Éiriú Eolas es el renacimiento moderno de un antiguo programa de respiración y meditación que está siendo aclamado alrededor del mundo como la herramienta que le ayudará a:
* Mantenerse relajado en medio de las tensiones de la vida cotidiana
* Trabajar con cuidado la liberación de los traumas emocionales y psicológicos pasados
* Liberar emociones reprimidas y bloqueos mentales
* Rejuvenecer y desintoxicar su cuerpo y mente
Recientemente un grupo de botánicos del Instituto de Nebraska realizó una serie de experimentos a través de los cuales comprobaron que las plantas son capaces de almacenar información, y remitirse a ella. En pocas palabras, que poseen memoria activa. Y esta memoria les permite orientar su desarrollo evolutivo, por ejemplo, en temporadas de sequía las plantas recuerdan los efectos que les produjeron estas circunstancias de poca agua, y para la siguiente temporada son capaces de implementar ciertas medidas que las harán menos vulnerables a dicho entorno.
Durante la investigación se empleó una planta modelo del tipo Arabidopsis thaliana, la cual fue expuesta a intervalos de sequía y humedad. A medida que se sometía en reiteradas ocasiones a tal experimento, la planta iba economizando su consumo de humedad con mayor destreza. Posteriormente los especialistas en botánica analizaron los genes que se activan dentro de la Arabidopsis thaliana, durante el experimento, y detectaron que dos de ellos, el RD29B y el RAB18, se "fortalecen" en respuesta al estrés, por lo que cada vez que la planta era expuesta a un nuevo periodo de sequía, estos se activaban con mayor rapidez.

La neurocientífica Susana Martínez-Conde afirma que el "cableado" del cerebro es fácil de piratear y de eso se aprovecha la magia.
Susana Martínez-Conde, investigadora del Instituto Neurológico Barrow de Phoenix, en Estados Unidos acaba de publicar el libro "Los engaños de la mente" y asegura que "lo difícil es no engañar al cerebro".
Los seres humanos, continúa diciendo la directora del laboratorio de Neurociencia Visual, no ven el mundo como es sino como quieren que sea . Esa es la clave de este libro (editorial Destino), escrito también por Stephen L. Macknik, su marido y director del laboratorio de Neurofisiología del Comportamiento en el mismo instituto.
Un grupo de psicólogos estadounidenses pedían a los participantes de un estudio recordar sus experiencias buenas y malas, después los especialistas observaban cómo cambiaba su apreciación del mundo, tomando en cuenta sus descripciones del entorno.
A los que evocaban hechos buenos, la realidad les parecía más brillante. Por ejemplo, la cámara les parecía más clara, mientras que a los que recordaron sus experiencias negativas todo se convertía en más oscuro.
Además, cuando les ofrecieron objetos seleccionados al azar, las personas que recordaron sus hechos poco éticos preferían las cosas que producen luz, como linternas y velas. Según los expertos, esta elección está vinculada con el sentido de culpa que sufre la persona. "Así ella se siente en las tinieblas y por eso quiere liberarse de este resabio, agregando luz a su entorno".
Los dedos en nuestras manos parecen actuar con independencia. Sin embargo, el estudio de patrones neuromusculares en ellas muestra que cuando movemos un dedo, los movemos todos. Nos ocurre lo mismo cuando hablamos de la molécula de ADN y los genes que aloja, estas unidades genéticas nos pueden dar la impresión de estar bien divididas pero no es así, el funcionamiento es más complejo y menos preciso; involucra la plasticidad que es una de las principales características del cerebro. Conocemos sus regiones, sabemos que están especializadas en distintas funciones, sin embargo, cuando andamos por la vida no sentimos que el mundo está fragmentado sino que tenemos una visión coherente de todo.
La escena se repite: un agresor (de los dos sexos) intimida, maltrata o amenaza a una víctima dejando ver un gran desequilibrio de fuerzas. El escenario: un centro de enseñanza. Por este motivo muchos menores de edad ya no quieren ir a la escuela. Un lugar que se ha convertido en sinónimo del infierno.
Es el caso de Yaretzi, de 10 años, que llegó incluso a sufrir violencia física. "Un día sonó el teléfono y al contestar era la subdirectora de la escuela quien me dice que vaya rápido, ya que mi hija había tenido un altercado con otra niña y le habían abierto su cabeza y la veía muy mal".
El que no sabe es como el que no ve. Y el que sabe, pero no quiere ver, es un insensato. A miles de años del primer caso de crisis epiléptica registrado en la antigua Babilonia, las sociedades en el mundo siguen temiendo a los epilépticos.
La visión oscurantista con la que el vulgo percibe este trastorno cerebral continúa siendo uno de los grandes temores de los enfermos y sus familias.

Según estudios, las personas sádicas tienen mayor activación de ciertas partes cerebrales cuando observan imágenes que reflejan sufrimiento.
Se sabe muy poco acerca de los circuitos neurocognitivos involucrados en esta patología. Sin embargo, científicos publican los datos de uno de los primeros estudios que han evaluado a un grupo de afectados con pruebas de imagen.
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