La forma en que vemos y describimos las tonalidades varía mucho por muchas razones: desde la estructura individual de nuestros ojos, hasta la forma en que nuestro cerebro procesa las imágenes, pasando por el idioma que hablamos o incluso si vivimos cerca de una masa de agua.

El color puede parecer una realidad física, pero nuestra percepción de él está condicionada por todo, desde la biología hasta la psicología, pasando por la cultura y el lenguaje.
Hay muchos factores que influyen en la forma en que las personas perciben y hablan del color, desde la biología de nuestros ojos hasta la forma en que nuestros cerebros procesan esa información, pasando por las palabras que utilizan nuestros idiomas para hablar de las categorías de color. Hay mucho espacio para las diferencias, en todo el camino.
Por ejemplo, la mayoría de las personas tienen tres tipos de conos, es decir, receptores de luz en el ojo que están optimizados para detectar diferentes longitudes de onda o colores de luz. Pero a veces, una variación genética puede hacer que un tipo de cono sea diferente, o que esté ausente por completo, lo que provoca una alteración de la visión del color. Algunas personas son daltónicas. Otras pueden tener superpoderes cromáticos.
Nuestro sexo también puede influir en la percepción del color, así como nuestra edad e incluso el color de nuestro iris. Nuestra percepción puede cambiar en función de dónde vivamos, cuándo hayamos nacido y qué estación del año sea.
Para saber más sobre las diferencias individuales en la visión del color, Knowable Magazine habló con la neurocientífica visual Jenny Bosten, de la Universidad de Sussex (Inglaterra), que escribió sobre el tema en la Annual Review of Vision Science de 2022. Esta conversación ha sido editada por razones de longitud y claridad.
Comentario: No es una conclusión sorprendente: la ideología cortocircuita el razonamiento.