La Ciencia del Espíritu
En la versión incorrecta la voz también contaba hasta seis, pero la mano señalaba solo dos imágenes.
Georgina Montemayor, académica del departamento de anatomía de la Facultad de Medicina (FM)de la Universidad Nacional Autónoma de México, explica que el recibir un abrazo, apretón de manos o caricia, el cerebro libera oxitocina, la cual es conocida como la hormona del cariño. Esto ha sido observado por medio de una resonancia magnética que permite hacer imágenes del funcionamiento del cerebro.
La piel posee receptores sensitivos que envían señales a la corteza cerebral. Cada zona del cuerpo está representada en la corteza cerebral, aunque partes como manos y labios son más sensibles debido a que ocupan mayor espacio en la corteza cerebral.
Las neuronas fetales muestran patrones de disparo similares a los que se ven en adultos que duermen.
Las patadas y sobresaltos de un bebé en desarrollo no son los únicos ejercicios que realiza en el útero. Los bebés también ejercitan sus músculos mentales meses antes de su nacimiento.
Las células nerviosas de los cerebros en desarrollo de 20 semanas se disparan en un patrón que persiste cuando son adultos, según informan los investigadores en el ejemplar del 15 de febrero de la revista Journal of Neuroscience. La investigación proporciona un vistazo al comportamiento de las células cerebrales extremadamente jóvenes y podría ayudar a los científicos a comprender qué sucede cuando el cerebro tiene problemas.
Las células de los córtex cerebrales en fetos de 20-21 semanas exhiben estallidos de actividad eléctrica intercalados con periodos de tranquilidad, según encontraron investigadores del Centro de Salud de la Universidad de Connecticut en Farmington. Cuando el cerebro adulto duerme, o está bajo anestesia, también muestra este patrón de actividad-calma, sugiriendo que puede ser una propiedad intrínseca de los cerebros humanos.
La acción prolongada de estas sustancias provoca falta de apetito y euforia, y hace que el individuo lo vea todo de "color de rosa", esté alegre y sienta que flota entre nubes.
Para los científicos, el enamoramiento es un complejo proceso en el que intervienen diversas sustancias cerebrales que provocan estados alterados de la conciencia, porque las emociones quedan fuera de control.
Aunque parezca increíble, este sentimiento es generado por las mismas células cerebrales que se activan al consumir alguna droga, aquellas que causan placer al comer o durante el juego compulsivo.
Así, para quienes se preguntaban cuál era el origen del amor y dónde se guardaba, la respuesta no es en el corazón, sino definitivamente en el cerebro, específicamente en el cerebro medio o emocional, y en la corteza.
Más que sentir mariposas en el estómago, el amor que experimenta cada humano trasciende en una violenta reacción química que se genera en algunas regiones del cerebro, cuyas reacciones son motivadas por la adrenalina, dopamina y serotonina, las cuales son secretadas desde el hipotálamo.
De acuerdo con algunos estudios en medicina neurológica, el amor podría tener caducidad en el proceso químico que se genera, incluso sus efectos duran aproximadamente dos años, pero algunos especialista no comparten esta idea debido a que cada individuo actúa de manera diferente hacia el amor.
Según Natalia Aguillón Cabañas, médico especialista en neurología y egresada de la Universidad Autónoma de Nuevo León, el amor somete al cerebro en tres fases; la primera es la del "deseo", en donde se involucran dos hormonas sexuales: los estrógenos y la testosterona, estás secreciones determinan el placer y el gusto por la persona.
La especialista explicó que una vez concluida la fase del deseo, los estímulos químicos que produce el cerebro lo conllevan a la etapa de la "atracción o enamoramiento", en este período es cuando se producen los sentimientos, a través de las sustancias químicas que secreta el cerebro.
A dichas conclusiones llegó un estudio realizado por la Universidad de Illinois (Estados Unidos) y publicado en la revista Brain Research. Los autores especificaron que los chicos con un buen estado físico mostraron un hipocampo más grande.
Así lo ha demostrado un equipo de investigadores de la Universidad de La Coruña en un estudio que ha logrado desactivar la corteza del cerebro en gatos. "En los mamíferos, este área es el gran filtro de información entre el mundo exterior y el cerebro", explica Xurxo Mariño, uno de los autores del trabajo, publicado en PLoS ONE.
Durante su ponencia, dentro del acto organizado este miércoles por el Instituto Tomás Pascual para la Nutrición y la Salud, ha tratado de "desmitificar" que la especie humana sobresale por su inteligencia. "Siempre se destaca que somos la especie con más inteligencia, por tener el cerebro más grande, por solucionar problemas y, casi, predecir el futuro", sin embargo, a su juicio, una de las facetas más importantes del cerebro es la relacionada con la interacción social.
Por tanto, "si el ser humano se diferencia en algo de otras especies es en que estamos especializados en detectar el contenido de la mente de otras personas". Además, según afirma este experto en una entrevista a Europa Press, el cerebro tiene la capacidad de reproducir internamente los acontecimientos sociales, de manera similar a como si el propio individuo ejecutara no sólo su papel, sino el de aquellos con quienes se relaciona.
"Queda demostrado cuando constatamos las reacciones de nuestro cerebro ante las expresiones de los demás, ante lo que pueden estar pensando o ante sus intenciones", lo que significa que "la especie humana es muy sensible a lo que ocurre alrededor". Esta situación, indica, hace "vulnerable" también al ser humano, ya que, "al intentar captar los contenidos de las mentes de otras personas, los metemos en nuestra mente y eso nos influye".
Cuando el cerebro humano se desarrolla, las células nerviosas recién formadas se trasladan a diferentes regiones. Luego se conectan entre sí para formar los complejos circuitos y redes que son responsables de múltiples funciones. Si en ese proceso de migración algo falla, las consecuencias suelen ser devastadoras.
Un equipo de científicos del Instituto Scripps descubrió que una molécula llamada reelina es un factor clave para ese traslado hacia el neocórtex, la parte del cerebro responsable de funciones como el movimiento y el lenguaje. La investigación, encabezada por Ulrich Mueller, es publicada en la edición de hoy de la revista Neuron.
"Estos resultados son importantes para comprender los mecanismos por los que mutaciones en el gen de la reelina provocan defectos neurológicos en humanos", resumió a El País Isabel Martínez Garay, una de las autoras principales de la investigación, de la que también participó como autor principal Franco Santos.