Las fluctuaciones naturales en la temperatura del océano en el Atlántico Norte tienen un impacto significativo en el clima del hemisferio norte. Estas fluctuaciones son el resultado de una compleja danza entre las fuerzas de la naturaleza, pero los investigadores de la Universidad de Aarhus pueden ahora mostrar que la actividad solar y el impacto de erupciones volcánicas dirigieron esta danza durante los dos últimos siglos.© AFP Photo / Fabrice Coffrini
El Sol tiene sobre las fluctuaciones de temperatura del Océano Atlántico un impacto mayor sobre un fenómeno conocido como la Oscilación Multi-decadal del Atlántico (AMO), que lo que los investigadores creían previa-mente. De cualquier modo, se ha observado una correlación clara durante los últimos 250 años.
Imagine un salón de baile donde dos bailarines aparentemente mantienen en el tiempo sus ritmos individuales. Súbitamente, los dos bailarines se encuentran moviéndose al mismo ritmo y, después de una mirada más cercana, resulta claro ver cuál de los dos está conduciendo.
Fue una imagen como esta la que pudieron ver los investigadores de la Universidad de Aarhus cuando compararon estudios de la liberación de energía solar y la actividad volcánica durante los últimos 450 años, con reconstrucciones de las fluctuaciones de la temperatura de los océanos durante el mismo período.
Los estudios realmente demostraron que durante los aproximadamente últimos 250 años - desde el período conocido como la Pequeña Edad de Hielo- puede verse una clara correlación donde las fuerzas externas, por ejemplo, los ciclos de energía del sol y el impacto de las erupciones volcánicas, están acompañadas de una correspondiente fluctuación de la temperatura con un retardo de cinco años en el tiempo.
En las dos centurias previas, durante la Pequeña Edad de Hielo, la conexión no fue tan fuerte, y la temperatura del Océanos Atlántico parece haber seguido, en mayor medida, su propio ritmo. Los resultados fueron publicados recientemente en la revista científica Natural Communications
Además de aportar una pieza más del rompecabezas asociado con la comprensión de la compleja interacción de las fuerzas naturales que controlan al clima, los investigadores daneses pavimentaron el camino para conectar a las dos interpretaciones que compiten por el origen del fenómeno oscilatorio.