Traducido por el equipo de Sott.net

© Climate Change Institute/University of Maine
Varias semanas después de la
tormenta ártica de Navidad, gran parte de EE.UU. y Europa han disfrutado de un calor récord. Recordemos que el 27 de diciembre señalamos que la masa de aire frío procedente de Siberia que se extendió por el territorio continental de EE.UU.
se disiparía en el nuevo año. Hasta ahora, esto es correcto, ya que tres semanas de tiempo por encima de la media han evitado una crisis energética en el hemisferio norte. Pero justo al norte, en Siberia, las temperaturas están descendiendo a mínimos casi históricos. Y podría ser sólo cuestión de tiempo que la gigantesca masa de aire frío que se arremolina en el Polo Norte se vuelva inestable, se descomponga y empiece a verterse hacia Estados Unidos y Europa.
Los alarmistas del calentamiento global que el verano pasado anunciaron una catástrofe climática inminente se rascan la cabeza cuando la ciudad rural de Zhilinda, en el norte de Siberia, acaba de registrar
temperaturas de -62 grados, según el climatólogo Maximiliano Herrera, que hace un seguimiento de las temperaturas extremas en todo el planeta.
Comentario: Desconectados como estamos de los ritmos de la Tierra, muy pocos se darán cuenta de que un invierno "retrasado" lo alterará todo, desde la migración de los animales hasta los calendarios de siembra y cosecha agrícolas. Nos espera una dura travesía en las próximas dos décadas a medida que se desintegren nuestros patrones de supervivencia acostumbrados.