Después de cinco días alarmados por temblores casi constantes, los pobladores de Managua continúan a la expectativa ante la aterradora posibilidad de una catástrofe mayor. En Ciudad Sandino, un municipio del departamento de Managua ubicado a unos 12 kilómetros de la ciudad y muy cercano al epicentro de los sismos que remecieron el Pacífico nicaragüense el domingo, la mayoría de la población continúa en la calle.
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Quedarse dentro de la casa es un atentado, dijo a
Prensa Latina Marcos Pérez, quien acampa junto a sus hijos en una improvisada carpa afuera de la casa de un familiar desde la tarde de ayer.
Según comentó, ellos planean quedarse allí hasta que se calme la tierra, algo que esperan suceda pronto.
Lo mismo hará Elvira Castañeda, quien a sus 84 años permanece afuera del pórtico de su casa, donde prefiere esperar a que regrese la normalidad y no arriesgarse.
Los temblores del otro día se sintieron bien fuertes. Yo viví el de 1972, cuando miles de personas murieron, y sé la destrucción que puede traer un terremoto, por eso tomo mis precauciones, contó a esta agencia de prensa. Ahora las casas son más fuertes y la gente sabe, pero de todas maneras hay que cuidarse, acotó.
El pasado jueves un movimiento telúrico de 6.2 en la escala de Richter estremeció a la capital y otras ciudades del Pacífico nicaragüense.
Más de mil réplicas fueron reportadas por el Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales en las siguientes 24 horas.
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