© Luis Mario ArceLa hembra joven de búho nival que inverna en Îlle de Ré, en Charente-Maritime
Es una de las aves más bellas, impresionantes y esquivas de Europa. El búho nival, de llamativo plumaje blanco -con más o menos marcas pardo oscuras, según su sexo y su edad-, anida de forma inconstante, esporádica en muchos lugares, y tiene hábitos nómadas, lo que hace extremadamente difícil localizarlo en sus territorios de cría en la tundra ártica. El invierno lo lleva más al sur, aunque casi siempre por encima de los 50º Norte, sin sobrepasar una línea imaginaria entre Islandia, el norte de Irlanda y de Escocia, el sur de Escandinavia, el Báltico oriental y el centro de la Rusia europea (su área de distribución sigue hacia el Este, a través de Siberia, y comprende también los territorios septentrionales de Norteamérica).
Sin embargo, algunos años, como éste, ya sea por condiciones atmosféricas extremas, por falta de alimento o por una elevada productividad de pollos, que aumenta la competencia por los recursos -como parece ser el caso esta temporada, al menos en Canadá-, algunos individuos se alejan más y alcanzan zonas templadas. Este invierno ha habido citas en Dinamarca, en Holanda, en Bélgica (un ave extraviada que llegó al puerto de Brujas desde Norteamérica a bordo de un carguero), en las islas Orcadas (Escocia)... y en Francia.
Comentario: ¿Otra señal de los tiempos?