Hay quizás una tendencia a pensar que los beneficios del ejercicio físico se limitan a la quema de unas cuantas calorías, al control del peso o a la definición de una bonita silueta. Creo que no somos pocos los que hemos oído alguna vez expresiones como: ¿y tú para que corres? Si ya estás suficientemente delgado...© Desconocido
Sin embargo, la influencia (y los beneficios) del ejercicio va mucho más allá. Dejando ya a un lado los aspectos psicológicos, de bienestar y hasta diría que 'espirituales', voy intentar acercaros algunos de los últimos descubrimientos que no hacen más que confirmar la importancia de 'moverse'.
Si hasta hace unos años, los que estudiamos alguna titulación relacionada con la rama biosanitaria, se nos ocurriera decir en un examen que el músculo era un órgano endocrino nos llevaríamos un bonito suspenso para casa. Como mucho, se sospechaba de la existencia de algún factor que ligara los procesos de contracción muscular con los cambios humorales (entiéndase aquí humor en su acepción latina) observados en el organismo.
Aunque desde hace ya unos 20 años, diversos estudios venían a demostrar que el ejercicio provocaba cambios significativos en el sistema inmune fueron los trabajos del grupo de Pedersen los que dieron la clave y, de alguna manera, vinieron a
'revolucionar el panorama'. Estos investigadores lo que hicieron fue identificar al músculo en movimiento (pero no en reposo) como productor de una sustancia ya conocida: la IL-6, una citoquina (o citocina según otras traducciones).
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