Salud y Bienestar
Un trabajo que se publica hoy en Archives of General Psychiatry aporta nuevas pruebas que sustentan la susceptibilidad genética en la depresión. El estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Michigan, en Ann Arbor, cuestiona así los resultados de otro trabajo, publicado en 2009, que rechazaba ese riesgo genético, como a su vez habían sugerido investigaciones científicas previas.
En el verano de 2003, un grupo de científicos anunció el descubrimiento de lo que la prensa bautizó enseguida como el gen de la depresión. Se trataba del gen 5-HTT, que regula la serotonina e influye en la capacidad del individuo para recuperarse de traumas emocionales graves, como el maltrato infantil y el abuso sexual. Aquel hallazgo se incluyó entre los diez más destacados del año por la revista Science; el director del Instituto Nacional de Salud Mental, de Estados Unidos, Thomas R. Insel, llegó a afirmar que era un descubrimiento muy importante y un avance real.
La National Family Week, promovida por varias organizaciones y apoyada por patrocinadores, se celebró por primera vez el año pasado. Uno de sus objetivos es fomentar que las familias compartan su tiempo. Ese es también tema principal de la encuesta, realizada a una muestra de 3.000 padres y madres, y 1.000 chicos.
Resulta, en primer lugar, que los miembros de la familia pasan todos juntos una media de 49 minutos diarios. No es porque los padres no valoren la convivencia, pues el 75% dicen que la vida familiar es para ellos lo más importante, frente a solo el 4% que ponen el dinero en primer lugar. Pero, preguntados por qué no dedican más tiempo a la familia, el 36% dan como primera razón la necesidad de ganar más dinero, y el 32%, el prolongado horario de trabajo.
Un equipo de investigadores de la Academia checa de Ciencias, junto con la Universidad de Nueva York (EEUU) acaba de publicar sus resultados en las páginas de la revista PLoS Biology.
Según se desprende de sus experimentos con ratas de laboratorio, ante una situación estresante, el cerebro es capaz de reactivar ciertos recuerdos sin ninguna relación con la situación causante de su ansiedad y vincularlos entre sí. "El estrés traumático", explican, "es capaz de reactivar memorias previas al trauma y ligarlas a éste, facilitando una situación patológica".
En los laboratorios de Ciencias Neurales de la universidad neoyorquina, los animales de laboratorio fueron sometidos primero a una sencilla tarea de aprendizaje, que les obligaba a distinguir entre izquierda y derecha para poder tener acceso a su alimento. A continuación, les indujeron fuertes niveles de estrés obligándolas a nadar en un recipiente con agua (mientras que a la otra mitad de los animales les pusieron en un envase donde sólo cubría 1 centímetro).
Según líder de este estudio, Brent Kinder, director del Centro de Enfermedad Pulmonar Intersicticial de la Universidad de Cincinnati, está demostrado que las carencias de vitamina D afectan al desarrollo de otras enfermedades autoinmunes, como el lupus o la diabetes tipo 1.
"Queríamos ver --dice-- si no tener suficiente vitamina D se podría comprobar en pacientes diagnosticados de enfermedad pulmonar intersicticial autoinmune y si esta circunstancia está asociada con una reducción de la función pulmonar".
Se supone que los alimentos transgénicos son una gran solución para la humanidad, gracias a este tipo de productos se aumentaría la productividad, algo que algunos estudios ya han mostrado que no es así. Podemos citar por ejemplo el estudio de la Universidad de Kansas en el que se analizó la productividad estadounidense de cereales, en este estudio se puso de manifiesto que los cereales modificados genéticamente incluso resultaban menos productivos que los cereales tradicionales.
Los datos del informe corresponden al año 2007 y denuncian el grave problema de contaminación transgénica que están sufriendo los cultivos convencionales. Los ejemplos que ofrece pertenecen a las comunidades de Cataluña, Aragón y Castilla La Mancha. En el informe podemos conocer el testimonio de Félix Ballarín, un agricultor dedicado al cultivo ecológico que estaba recuperando una variedad de maíz autóctona perteneciente al pueblo de Sariñena (Huesca).
Al parecer, sus campos se contaminaron por dos tipos de transgénicos ya en el año 2004 y posterioriormente en el año 2007. En las dos ocasiones, el Comité Aragonés de Agricultura Ecológica (CAAE) analizó su cosecha y detectó la presencia de OMG, concretamente del maíz MON810, esto le supuso a Félix la descalificación de su producción, es decir, ya no era ecológica y no podía venderse como tal.
Esta particularidad muestra que las modificaciones genéticas han permitido a las plantas silvestres sobrevivir a los herbicidas haciéndolas más resistentes. Al parecer, en Estados Unidos no se regula el cultivo de alimentos transgénicos ante la creencia de que la transferencia genética al resto de la naturaleza no es dañina. Los transgénicos se escapan de los campos y se están creando plantas silvestres super resistentes que pueden convertirse en un verdadero problema. Sería interesante dar un vistazo al informe de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) en el que se mostraba que uno de los peores enemigos de la agricultura son las malas hierbas, un mal que provoca pérdidas multimillonarias.
En el caso de la colza silvestre, los expertos atravesaron carreteras y caminos que cruzan el Estado, se realizaron 604 paradas en un recorrido de 5.000 kilómetros y encontraron colza en un 46% de las paradas. El 80% de la colza hallada en los márgenes de los caminos, en cementerios o terrenos baldíos entre otros, presentaba al menos un gen transgénico. La soja transgénica que se cultiva en los campos está modificada genéticamente para poder soportar la acción de los herbicidas, las dos variedades que más se cultivan son la RoundUp Ready de Monsanto y la LibertyLink de Bayer. Pues bien, dos de las plantas silvestres que se han analizado contienen genes modificados resultantes de la polinización cruzada.
La decodificación del genoma humano a principios del milenio trajo esperanzas y promesas sobre el comienzo del fin del sufrimiento humano. Sin embargo, después de más de una década de exploración intensa del genoma humano, la carga del sufrimiento y la enfermedad humana no ha hecho más que incrementarse por todo el mundo. Enfermedades cardíacas, cáncer, y diabetes, así como también alergias y enfermedades autoinmunes, han aumentado rápidamente. La esperanza se ha convertido en decepción mientras los científicos reconocen que aparte de los trastornos genéticos puntuales, como el Síndrome de Down, nuestros genes no determinan nuestro destino.
En noviembre de este año, un estudio sobre genómica del New England Journal of Medicine (i) , Diabetes tipo 2 y obesidad, reportó con decepción la pequeña relación que existe entre la obesidad, la diabetes y los genes. Existen patrones asociados entre la constitución genética y las más grandes epidemias de nuestros tiempos (diabetes y obesidad), con estribillos como "magnitud de efecto moderado", "un número reducido de logros", "continúa lejos de aclararse", "difícilmente distinguible con el conocimiento biológico actual".
La historia de nuestra salud es mucho más compleja que la programación genética. A fin de cuentas, está determinada por la interacción dinámica del entorno que influye en los genes, creando el "Yo" en un momento dado. La buena noticia es que éste ha sido el año de descubrimientos sobre la "ómica" - epigenómica, exposómica, nutrigenómica, microbiómica y toxigenómica - áreas que, de hecho, contienen la llave capaz de abrir los misterios de nuestra salud y enfermedades.