Durante años, los científicos y comentaristas que cuestionaron las políticas COVID fueron censurados, puestos en la lista negra y cancelados en todo el país. Desde entonces, muchas de estas opiniones discrepantes han sido reivindicadas, desde la teoría de los orígenes de laboratorio hasta la falta de eficacia de las mascarillas quirúrgicas, pasando por la oposición al cierre de escuelas.
Ahora, un nuevo estudio publicado en el Journal of Infection socava aún más los puntos de vista antes ortodoxos sobre la pandemia, concluyendo que «la reapertura de las escuelas no cambió la trayectoria existente de las tasas de COVID-19». En otras palabras, cerramos nuestras escuelas, sin ningún beneficio demostrable para el país. Sin embargo, sí conseguimos reducir la libertad de expresión en nombre de la lucha contra la «desinformación».
El informe se basa en uno de los estudios más completos realizados hasta la fecha sobre la pandemia:
«Los datos se extrajeron de sitios web gubernamentales. Se calcularon los casos y las tasas de incidencia de hospitalización y muerte por COVID-19 durante los periodos Delta y Omicron temprano en Australia, Canadá, Dinamarca, Finlandia y el Reino Unido, durante dos semanas antes y seis semanas después de la reapertura de las escuelas. Se resumieron el rigor de las medidas de salud pública (GRI), las tasas de vacunación COVID-19 por edad y las tasas de pruebas de detección del SRAS-CoV-2».
Comentario: Estos resultados son trágicos, pero en absoluto sorprendentes. Lo responsable sería suspender todos los programas de vacunación hasta que se pueda demostrar claramente su seguridad y eficacia, pero sabemos que eso no ocurrirá.