Son enfermedades serias, endémicas en todas las culturas civilizadas. Su ubicuidad hace que nos parezcan normales. Comemos la comida que nos provee nuestra cultura, y enfermamos. Pero claro, todos nos enfermamos. ¿Quién no conoce a alguien con diabetes, cáncer, enfermedad celíaca, artritis?
Así que nadie lo cuestiona. Y hay mucho para cuestionar, desde la pirámide alimentaria de la USDA hasta el aura de justicia que la izquierda le ha atribuido a los alimentos de origen vegetal, pasando por la civilización misma.
Estas son poderosas fuerzas que desde hace mucho aplastan nuestra inteligencia nativa, tanto en lo personal como en lo cultural.Lo que nos queda son anhelos, al mismo tiempo vagos e insoportables, que hemos aprendido a combatir. "Cuando como, me siento llena" me dijo una amiga. "Pero cuando como en tu casa me siento alimentada". Créeme, lo que elogia no son mis habilidades culinarias. Es la calidad de los ingredientes: comida de verdad.
Verdadera proteína y verdadera grasa de animales que, a su vez, se alimentaron con comida de verdad.Cada célula de tu cuerpo puede producir todo el azúcar que necesite. Ello incluye a las células de tu hambriento cerebro. Los detractores de las dietas bajas en carbohidratos han construido y repetido hasta el hartazgo el mito de que nuestros cerebros necesitan y que por eso debemos comer carbohidratos.
Sí, nuestros cerebros necesitan glucosa y precisamente esa es la razón por la cual nuestros cuerpos pueden producir glucosa. Lo que el cerebro necesita es un suministro muy parejo de glucosa. Demasiada o demasiada poca producen una emergencia biológica
que puede resultar en coma y muerte, como te dirá cualquier diabético. Y una dieta basada en carbohidratos produce precisamente un ciclo de demasiado/demasiado poco cuya consecuencia es el deterioro de órganos y arterias. Una lista parcial de los males producidos por altos niveles de insulina incluye:
enfermedad cardíaca, colesterol alto, triglicéridos altos, alta presión sanguínea, problemas de la coagulación, cáncer de colon (entre muchos otros), diabetes tipo 2, gota, apnea del sueño, obesidad, enfermedad del exceso de hierro, reflujo gastroesofágico (acidez severa), úlcera péptica, [y] síndrome del ovario poliquístico.
Comentario:
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