Por otro lado, leche materna y comida casera afectan positivamente a su futuro coeficiente intelectual.

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Los niños que se alimentan con comida rápida tienden a tener un nivel de coeficiente intelectual (IQ, por sus siglas en inglés) más bajo que aquellos que guardan una dieta más saludable, según aseguran unos investigadores de la Universidad de Adelaida, Australia.
Los científicos relacionaron los hábitos alimentarios de un grupo de niños a los 6 y 15 meses y dos años de edad, con su coeficiente intelectual a los ocho años. El estudio se llevó a cabo con la participación de 7.000 niños que consumían todo tipo de alimentos: comida preparada para bebés o leche materna, y más tarde, comida casera o comida chatarra como hamburguesas, patatas fritas y dulces.
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