Traducido por el equipo de SOTT.net
Esta hierba poco conocida ayuda a mantener flexibles huesos y articulaciones.

© Public DomainIlustraciones antiguas del sello de Salomón: sus tallos y flores, bayas y rizoma
A medida que envejecemos -y hablo por experiencia propia- tenemos que cuidarnos especialmente. A menudo necesitamos cambiar nuestra dieta. El ejercicio es muy importante. También hay que evitar los accidentes. Como dijo uno de mis amigos cuando cumplió 60 años: «No más usar motosierras ni subirse a los árboles, y sobre todo, no más subirse a los árboles con motosierras».
Incluso las pequeñas lesiones pueden ser devastadoras porque no nos recuperamos tan rápidamente, pero también porque -y lo he visto demasiadas veces- la pérdida de movilidad lleva a una incapacidad para hacer ejercicio, y eso puede envejecer rápidamente a una persona. Tampoco queremos sentir dolor. Y lo que es peor, no queremos depender del uso crónico de analgésicos.
A medida que envejecemos, tendemos a «secarnos, quemarnos o derretirnos», como decía un amigo. Nuestros tejidos conjuntivos -huesos, tendones, ligamentos, articulaciones, piel y cabello- son especialmente propensos a secarse, por lo que tenemos que mantenerlos hidratados y nutridos (ya que los alimentos se descomponen y viajan como fluidos por el cuerpo).
Comentario: Ver también: Vacunas de ARN, obediencia y eugenesia por el difunto editor de SOTT, Pierre Lescaudron.
Allí se encuentran posibles explicaciones para las observaciones anteriores. Sin citar todo el artículo, pero incluyendo lo suficiente para dar una idea: