OF THE
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Debido a la emergencia sanitaria creada por el SARS-CoV-2, el virus causante de la enfermedad COVID-19, era necesaria la rápida implantación de una nueva tecnología de vacunación. Las vacunas de ARNm, al ser una de las nuevas tecnologías de vanguardia, despertaron un gran interés y ofrecieron muchas esperanzas.
El potencial de estas vacunas para prevenir ingresos hospitalarios y enfermedad grave en personas con comorbilidades se ha puesto en duda recientemente debido a la rápida disminución de la inmunidad de las vacunas. Cada vez hay más pruebas de que estas vacunas, como muchas otras, no generan inmunidad esterilizante, lo que deja a las personas vulnerables a infecciones recurrentes.
Además, se ha descubierto que las vacunas de ARNm inhiben vías inmunológicas esenciales, perjudicando así la señalización temprana del interferón. En el marco de la vacunación COVID-19, esta inhibición garantiza una síntesis adecuada de la proteína espiga y una activación inmunitaria reducida.
Se aportan pruebas de que la adición de un 100% de N1-metil-pseudouridina (m1Ψ) a la vacuna de ARNm [como con las vacunas de Pfizer y Moderna] en un modelo de melanoma estimuló el crecimiento del cáncer y la metástasis, mientras que las vacunas de ARNm no modificado indujeron resultados opuestos, sugiriendo así que las vacunas de ARNm COVID-19 podrían contribuir al desarrollo del cáncer.
Sobre la base de estas pruebas convincentes, sugerimos que en los futuros ensayos clínicos contra el cáncer o las enfermedades infecciosas no se utilicen vacunas de ARNm con un 100% de modificación m1Ψ, sino vacunas con un porcentaje menor de modificación m1Ψ para evitar la inmunosupresión.
Comentario: Junto con los EEUU, los profesionales de la medicina y los funcionarios del gobierno de Japón han sido particularmente prominentes en hacer sonar la alarma sobre los efectos secundarios devastadores asociados con las inyecciones experimentales covid:
Un fragmento compartible de la entrevista: