En un libro sobre sus viajes por África publicado en 1907, el explorador británico Arnold Henry Savage Landor relataba haber presenciado una comida improvisada que sus compañeros saborearon pero que a él le pareció inimaginablemente repugnante.

La carne podrida, junto con una gran cantidad de otros alimentos poco estudiados, puede haber formado parte de la dieta de los antiguos homínidos, según están descubriendo los antropólogos.
El hedor del cadáver hinchado dejó a Landor sin aliento. Incapaz de hablar, intentó indicar a sus compañeros que alejaran la canoa de la fétida criatura. En lugar de eso, subieron a bordo al roedor de tamaño descomunal y se lo comieron.
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