Comentario: Tenía apenas 10 u 11 años cuando mi padre me habĺó sobre el horror de esta masacre. En aquel entonces apenas comprendí la magnitud y el significado de semejante catástrofe humana. Hoy, más de tres décadas después, los nombres de Sabra y Shatila siguen resonando en mi mente como un eco infinito que emerge desde lo más profundo de la miseria humana. A todos aquellos que perecieron entonces y a mi padre que hoy ya no está aquí conmigo dedico el recuerdo de este pedazo siniestro de nuestra historia...
El 16 de este mes se cumplen 35 años de uno de los capítulos más sangrientos y horrorosos del holocausto palestino: la brutal matanza de miles de refugiados en los poblados libaneses de Sabra y Shatila. Sí, no se alarme, usamos el término "holocausto" sin acompañarlo de la palabra "judío". ¿Usted creía que el uso de este término es exclusividad del pueblo judío?... No. Sepa que la RAE define el vocablo como "gran matanza de seres humanos", así que no frunza el ceño con intriga y perplejidad, los palestinos son seres humanos, aunque se empeñen a diario en hacernos sentir y creer que no lo son.
Esta página de la historia del horror humano es una mancha indeleble en la conciencia de nuestra sociedad moderna y superficial; no la única, claro está, pero una con características singulares, con rasgos tan oscuros y tenebrosos, que apenas posamos nuestra atención sobre ella, nos sentimos tan espantados que damos vuelta a la hoja con rapidez.
Tan olvidado está aquel triste episodio de nuestra reciente historia que hoy ya nadie sabe qué demonios es Sabra y Shatila, ni qué ocurrió realmente durante esos tres días de espanto y horror. El olvido es la cereza de este repugnante postre, una falta absoluta de humanidad por nuestra parte, y una muestra más del profundo sueño en el que estamos sumidos.
Dentro de 20 años usted seguirá escuchando hablar del "atentado" a las torres gemelas; se harán homenajes y tertulias donde miles aún llorarán aquel evidente ataque de falsa bandera. Se erigirán monumentos como el museo del 11-S que ya hoy existe en Nueva York. ¿Por qué está borrada de la memoria colectiva la masacre de Sabra y Shatila? ¿Por qué no se recuerda al menos cada año lo que fue una descarnada muestra de la brutalidad humana? ¿Por qué ni siquiera hemos aprendido algo útil de estos trágicos eventos?