Otro "ataque terrorista". Otro derramamiento de simpatía, esta vez "para Londres". Otra ronda de hipocresía por parte de los medios de comunicación que ignoran voluntariamente la explicación y la solución obvias para este tipo de incidentes.
Según nos dicen, el miércoles 22 de marzo, alrededor de las 14:40, un "lobo solitario" llamado Khalid Masood, de 52 años, condujo una camioneta negra a lo largo de la acera del puente Westminster de 252 metros de largo, derribando por lo menos a 12 peatones y matando a dos de ellos. La camioneta es de aproximadamente 6 pies de ancho y la acera de unos 12 pies de ancho. Había vehículos en un lado y la balaustrada de piedra del puente en el otro. La camioneta viajaba a por lo menos 60 km/h. Así que ésta fue una hazaña bastante difícil de llevar a cabo, además de espantosa.
Al salir del puente, Masood giró a la izquierda hacia el "frente" de las Casas del Parlamento, donde subió a la acera y estrelló la camioneta contra las barandillas cerca de la entrada del Portón de Carruajes, que es un
"punto débil" custodiado por oficiales desarmados.Al salir del vehículo, intentó entrar en el terreno del edificio y fue enfrentado por un oficial de policía a quien apuñaló. El atacante fue asesinado a tiros por otro oficial que vestía de civil. Se trataba de un claro ataque contra el "centro de poder" del Reino Unido, que fue diseñado para tocarle un nervio particular a la élite política británica, y (sin duda) lo ha logrado.
Como ocurre a menudo con tales ataques en naciones occidentales,
los informes de noticias emitidos inmediatamente después del ataque citaron a testigos que afirmaban que había dos personas en el coche, una descrita como negra con una barba de perilla (que coincide con la descripción del hombre disparado por la policía afuera del Parlamento) y el otro como un varón blanco y calvo. Pero dado que sólo mataron a un hombre con los disparos y que la narrativa oficial refleja eso, estos informes iniciales de testigos oculares han sido empujados hasta el fondo del agujero de la memoria, para nunca más ser escuchados nuevamente.