Una dieta cetogénica se basa en fuentes de grasas animales.
La cetosis es un tema a menudo mal entendido. Su presencia es sinónimo de hambre o una señal de advertencia de que algo está mal en tu metabolismo. Pero nada podría estar más lejos de la verdad, excepto si usted es una persona con diabetes tipo 1 descompensada. [1]
Las Cetonas -al contrario del mito y la creencia popular- son una fuente de energía curativa muy necesaria y esencial en nuestras células que provienen del metabolismo normal de la grasa. Todo el cuerpo utiliza cetonas de una manera más segura y eficaz que la fuente de energía procedente de los hidratos de carbonos - azúcar, conocida como glucosa.
Nuestros cuerpos producen cetonas si comemos una dieta carente de carbohidratos o una dieta baja en carbohidratos (menos de 60 gramos de carbohidratos por día). [2] Al comer una dieta muy baja en carbohidratos o ningún carbohidrato en absoluto (como un cavernícola), nos convertimos en ceto-adaptados.
De hecho, lo que hoy se conoce como la dieta cetogénica fue el tratamiento número uno para la epilepsia hasta que las grandes farmacéuticas llegaron con sus cócteles peligrosos de medicamentos antiepilépticos. Tomó varias décadas antes de que escucháramos una vez más acerca de esta dieta, gracias en parte a un padre que lo exigía para su niño de 20 meses de edad con convulsiones severas. El padre del niño tuvo que enterarse sobre la dieta cetogénica en una biblioteca, ya que nunca fue mencionada como opción por su neurólogo. Después de sólo 4 días en la dieta, los ataques cesaron y nunca regresaron. [3] La Fundación Charlie se creó a partir del nombre del niño y su exitosa recuperación, pero hoy en día la dieta cetogénica está disponible para todo el mundo y se está extendiendo a través del boca a boca gracias a sus efectos curativos.
© FacebookEn tu alimentación, el huevo y la panceta son tus aliados, no tus enemigos.
No sólo se utiliza como un estilo de vida saludable, sino que también se usa para condiciones tales como espasmos infantiles, epilepsia, autismo, tumores cerebrales, enfermedad de Alzheimer, la enfermedad de Lou Gehrig, depresión, apoplejía, traumatismo craneal, enfermedad de Parkinson, migraña, trastornos del sueño, esquizofrenia, ansiedad, el TDAH [Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad], irritabilidad, enfermedad del ovario poliquístico, síndrome del intestino irritable, el reflujo gastroesofágico, obesidad, enfermedad cardiovascular, acné, diabetes de tipo 2, temblores, insuficiencia respiratoria y virtualmente todos los problemas neurológicos, también el cáncer, y las enfermedades en las que los tejidos necesitan recuperarse después de una pérdida de oxígeno. [4]
Nuestros órganos y tejidos del cuerpo trabajan mucho mejor cuando utilizan cetonas como una fuente de combustible, incluyendo el cerebro, el corazón y el núcleo de los riñones.
Si alguna vez has tenido la oportunidad de ver un corazón trabajando en tiempo real, pudiste haber notado el grueso tejido adiposo que lo rodea. De hecho, los cirujanos del corazón llegan a ver esto todos los días.
Un corazón que late alegre es uno que está rodeado por capas de grasa saludable. Tanto el corazón como el cerebro trabajan al menos un 25% más eficiente en cetosis que con el azúcar en la sangre.