Egipto celebra el primer aniversario desde la dimisión de Hosni Mubarak tras 30 años en el poder. Sin embargo los egipcios no parecen contentos con las nuevas autoridades y han convocado manifestaciones para exigir que las Fuerzas Armadas traspasen el poder al Parlamento. La Junta Militar, por su lado, ha asegurado que no cederá ante los provocadores que, según afirma, buscan desestabilizar la situación en el país. Entretanto, los últimos acontecimientos en el mundo árabe, muestran que las revueltas ya se han convertido en un 'producto' que puede exportarse por todo el planeta.

Un negocio peculiar

Ivan Marovich es empresario, aunque con un negocio peculiar: exporta revoluciones. Hace una década, creó un movimiento estudiantil en Serbia que jugó un papel crucial en el derrocamiento del entonces presidente Slobodan Milosevic.

El grupo se llamaba Otpor o 'resistencia' y tenía como emblema el ahora tan familiar puño apretado. El periodista Neboja Mladic, que desde 1999 cubría los eventos en Serbia, asegura que las acciones de esta organización eran poco voluntarias.

"El movimiento Otpor por sí mismo fue una organización estudiantil pequeña", afirma. "Pero después fue alterada, sus gerentes la expandieron y la convirtieron en un imperio notorio, que fue echando raíces para la revolución. Ellos fueron dirigidos por el partido Nueva Democracia, que de manera abierta decía que su meta era la promoción de la democracia".

Con la ayuda del 'guardián de la democracia'

La asistencia a las lecciones sobre cómo había que instaurar la democracia, provenían con frecuencia del autoproclamado guardián de la democracia, Washington. William Engdahl escribió sobre la agenda geopolítica oculta de EE. UU. durante décadas. Argumenta que habitualmente la ayuda estadounidense a Otpor, que continúa con sus acciones en otros países, no se limita solo con consejos sino también con significativas inyecciones económicas.

"Los instigadores de las llamadas protestas espontáneas, todas estas revueltas congregadas por Twitter en El Cairo, Túnez; todas fueron organizadas con antelación y de manera maliciosa", asegura. "Y algunos de los líderes de las manifestaciones fueron entrenados en Belgrado y Serbia por los activistas de Otpor, financiados por el Departamento de Estado. Detrás de todo esto se encuentra el Departamento de Estado y la inteligencia norteamericana".

En medio de todas estas revelaciones, la imagen de EE. UU. como potencia democrática resulta cada vez más deteriorada, aunque expertos aseguran que Washington seguirá su estrategia, porque para ellos este juego merece la pena.

"El foco está en el cambio del régimen", continúa Nebojsa Malic. Según él, el objetivo es implantar un Gobierno que vaya a ejecutar las órdenes que le den. Lo peor, cree, "es que esto socava el mismo concepto que usa EE. UU."; es decir, pone en entredicho su liderazgo moral en el mundo.

La receta de la revolución

El precio de ser el mayor 'distribuidor de democracia' puede ser alto. Pero los expertos se preguntan por qué todos estos suministros son financiados por el ciudadano común y corriente estadounidense a través de sus impuestos.

Gracias a Internet, los símbolos de Otpor y sus métodos son exportados por todo el mundo. Desde las Revoluciones de Colores en Georgia y Ucrania, hasta Venezuela y los disturbios egipcios de la Primavera Árabe. Ivan Marovich ahora está retirado de las acciones directas, aunque sigue ejerciendo como asesor. Incluso participó en la creación de un videojuego llamado Una fuerza más potente, donde los jugadores pueden organizar manifestaciones o derrocar a dictadores. Y todo como siempre se realiza bajo lema de la libertad.

Según Marovich, en el mundo contemporáneo la revolución ha llegado al punto de ser un producto hecho, como una hamburguesa que se hace mediante una tecnología determinada, después se envuelve en un embalaje con una imagen y un diseño reconocidos y se envía al destinatario.

"Cuando conocéis la receta general, podéis reproducirla cuantas veces queráis y en cualquier ocasión", comenta. Pero aun conociendo bien la receta, el plato final a menudo no resulta del gusto de todos.