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Los ácidos grasos omega-3, presentes en el pescado azul, en los aceites de pescado, mariscos, semillas y verduras de hoja verde, podrían ralentizar el avance del cáncer e incluso evitar su metástasis. Así lo ha demostrado un estudio en ratones realizado por el equipo del doctor Kenneth Honn, profesor de Patología y Química en la Wayne State University Medical School, que este miércoles participa en un simposio sobre omega-3 que se celebra en Madrid.

Este estudio, desarrollado en ratones con cáncer de próstata, ha demostrado que los ácidos grasos omega-3 consiguen "modular las enzimas implicadas en el desarrollo de la inflamación y de varios tipos de cáncer". "No obstante --dice-- hay que investigar más para conocer su efecto en humanos".

"Creemos que puede ser más beneficioso contra el cáncer de próstata y el de mama, pero aún desconocemos el mecanismo por el que actúa y las dosis necesarias para su optimización, ya que antes se investigaba utilizando varios tipos de aceite sin diferenciar los tipos ácidos grasos y ahora estamos buscando hacerlo con el ácido graso puro", señala.

El Omega-3 reduce el estrés metabólico

Sobre los beneficios probados y posibles del omega-3 ha hablado también en este encuentro el profesor José Ordovás, director del Laboratorio de Nutrición y Genética de la Universidad de Tufts, en Boston (Estados Unidos) y miembro del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) en España.

Según este experto, se sabe que el omega-3 previene las enfermedades cardiovasculares, la enfermedad que causa más muertes en España y que, sólo en 2007, provocó el 32 por ciento de los fallecimientos. Además, se ha constatado su influencia beneficiosa sobre el dolor, los procesos inflamatorios y en el desarrollo físico y cognitivo de niños y adolescentes.

Ahora se está empezando a ver que esta sustancia es capaz de "reducir el estrés metabólico" que sufren nuestras células a causa de los cambios en el estilo de vida y los ritmos circadianos en los últimos años, "regulando" los genes y evitando "que actúen de forma errónea por el estrés".

"Durante años, hemos acumulado mutaciones en el genoma que han pasado de generación en generación sin ser letales, porque antes se moría antes y porque la dieta era más saludable y se hacía más ejercicio", dice.

"Ahora, de repente, las células se enfrentan a un ambiente de mayor estrés metabólico, por los rápidos cambios en el estilo de vida y en los ritmos circadianos, que nos hacen seguir activos también de noche", explica.

Así, los genes se revolucionan y empiezan a "actuar mal". En este contexto, el omega-3 actúa como una especie de 'airbag', "suavizando" con su acción los errores de estos genes y "borrando" un poco los efectos del estrés metabólico.

Lo consigue influyendo sobre unos genes denominados 'tpr', que funcionan como "controladores generales" de otros genes que regulan procesos como la absorción y uso de la energía o el mecanismo de actuación de los lípidos. "El omega-3 le dice a estos genes 'controladores' lo que se tiene que hacer y éstos se lo comunican al resto", asegura.

Ahora su equipo de investigadores trabaja en la tarea de identificar, agrupando a las poblaciones con similares códigos genéticos por todo el mundo, "a los sujetos que necesitan un mayor refuerzo con omega-3" para poder elevarles la recomendación, hasta ahora fijada para la población general en los 300 gramos semanales, el equivalente a dos platos de pescado.

Omega-3, ¿Suplemento o Fármaco?

Ordovás considera que, a pesar de que se sólo se están empezando a conocer las posibilidades del omega-3 en la salud, tendremos "un gran avance" en este campo "en los próximos 10 años". Tanto que, una vez purificado el omega-3, podría venderse en cápsulas potenciadas para mejorar su acción.

Aunque la recomendación actual es conseguir el omega-3 a través de las dietas naturales, en el futuro se deberá decidir si esta sustancia debe seguir siendo un suplemento dietético --como ocurre en Estados Unidos-- o podría pasar los controles que la convirtieran en un fármaco.

"En Estados Unidos, como suplemento dietético, ha demostrado ya su eficacia contra los triglicéridos, que mejoran de forma espectacular. Sin embargo, en el futuro, se podría utilizar con efectos similares a los de un fármaco. Por lo pronto, grandes compañías de alimentación están mirando hacia lo que constituye el cruce del omega-3 con la farmacia", concluyó.