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Desde la Asociación Española de Afectadas por la Vacuna del Papiloma (AAVP) expresamos nuestro más sentido pésame a la familia de Andrea, la joven asturiana de tan sólo 13 años de edad fallecida el pasado sábado 8 de septiembre después de permanecer en coma varios días. Andrea recibió la segunda dosis de la vacuna del papiloma -Gardasil- el 23 de agosto por la mañana y esa misma tarde presentó los mismos síntomas que tras la primera dosis, aunque en esta ocasión con un agravamiento de la dificultad respiratoria. Ante esta situación, los padres solicitaron ayuda médica urgente. A pesar de su insistencia, la ambulancia nunca llegó, tan sólo un coche de policía que trasladó a la joven al hospital. Cuando Andrea ingresó estaba en parada cardio-respiratoria, intentaron reanimarla pero no fue posible por lo que le indujeron un coma. Lamentablemente, Andrea nunca más despertó.

Desgraciadamente ha muerto otra niña más a causa de esta vacuna y nos preguntamos cuántas más tendrán que morir y cuántas más tendrán que padecer sus graves efectos adversos antes de que las Autoridades Sanitarias reconozcan lo que está sucediendo y se investigue con rigor el porqué de estos efectos.

Desde julio de 2009 en el que se constituyó en Valencia la Asociación de Afectadas por la Vacuna del Papiloma, venimos denunciando que en España sigue habiendo niñas que padecen graves secuelas producidas por la vacuna, secuelas que permanecen incluso cuatro años después de haber recibido la vacuna.

En aquella fecha se hizo llegar al Ministerio de Sanidad nuestras consideraciones acerca de la falta de seguridad de la vacuna, con la petición expresa del reconocimiento de los efectos adversos en las niñas afectadas, así como de una Moratoria para la aplicación de esta vacuna en España. En más de una ocasión hemos vuelto a dirigirnos a las Autoridades Sanitarias, insistiendo tanto en la falta de seguridad de la vacuna como en la escasa o prácticamente nula atención sanitaria a las niñas afectadas.

Desgraciadamente el sábado tuvo que morir Andrea. Su muerte creemos que podría haberse evitado si los responsables de velar por su salud hubieran actuado con la debida diligencia y cautela.

Lamentamos su terrible pérdida.