Traducido por el equipo Sott.net en español

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¿Por qué crea el FBI complots terroristas falsos?

El último enredó en la trampa a Osman Mohamud, un adolescente somalí estadounidense en Portland, Oregon. El reporte de la Associated Press escrito por William Mall y Nedra Pickler (11-27-10) lleva por título en Yahoo News: "Adolescente nacido en Somalia planeó atentado con carro bomba en Oregon."

Éste es un título engañoso, ya que el reporte deja en claro que el complot fue organizado por agentes federales. Luego de dos oraciones leemos esto en el reporte: "La bomba era una elaborada imitación provista por agentes [del FBI] y el público nunca estuvo en peligro, dijeron las autoridades."

El adolescente recibió una bomba de imitación y un detonador de imitación.

Tres oraciones más abajo, los reporteros contradicen a las citadas autoridades con una cita de Arthur Balizan, agente especial a cargo del FBI en Oregon: "La amenaza era muy real."

Luego los reporteros contradicen a Balizan: "El portavoz de la Casa Blanca Nick Shapiro dijo el sábado que el presidente Barack Obama sabía de la operación del FBI antes del arresto del viernes. Shapiro dijo que el FBI le aseguró a Obama que estaba en total control de la operación y que el público no estaba en peligro."

Luego Shapiro se contradice al declarar: "Los eventos de las últimas 24 horas subrayan la necesidad de permanecer vigilantes en contra del terrorismo aquí y en el extranjero."

La historia llega a su clímax kafkiano cuando el presidente Obama agradece al FBI por su diligencia en salvarnos del complot falso que el FBI fabricó.

Luego de vacilar entre si estaban reportando un complot real o creado, los reporteros finalmente se deciden por lo segundo. Documentos publicados por el fiscal de EEUU Dwight Holton "muestran que la operación de timo comenzó en junio." Obviamente, el adolescente de Portland que fue hecho blanco no estaba muy convencido. El FBI tuvo que trabajarlo por seis meses. Los reporteros comparan "el timo de Portland" con el reciente arresto en Virginia de Faroque Ahmed, que fue atrapado en un "complot de atentado con bomba que era una artimaña dirigida por oficiales federales durante los últimos seis meses."

Piensen en ello. El FBI hizo el trabajo de un año para convencer a dos personas de participar en complots falsos.

Si no eres muy inteligente y unos tipos de apariencia ruda se te acercan y te dicen que son Al Qaeda y quieren tu ayuda para una operación terrorista, podrías tener miedo de decir que no, o podrías entusiasmarte por ser parte de un golpe en contra de la población norteamericana que permanece indiferente ante la matanza de parte de su gobierno en contra de la gente de tu etnia o país de origen. De cualquier modo, es poco probable que la persona timada hubiera jamás hecho nada más que hablar si el FBI no lo hubiera organizado a ponerse en acción. En otros casos el FBI incita a participar en sus complots falsos con dinero.

Desde el 11-S, el único "complot terrorista" en mi memoria que no fue obviamente organizado por el FBI fue el "complot de Times Square", por el cual Faisal Shahzad se declaró culpable por tratar de detonar un carro bomba en Manhattan. Este complot también es sospechoso. Uno pensaría que un terrorista real estaría en posesión de una bomba real, no una bomba de humo.

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En su artículo del 19 de mayo de 2009, (vuelto a publicar el 27 de noviembre de 2010), Joe Quinn del sitio en línea Sott.net recolecta algunos de los complots falsos, algunos de los cuales fueron validados con confesiones bajo tortura y otros por jurados ignorantes y temerosos. El gobierno de EEUU sale con un complot y un acusado, y lo tortura hasta que confiesa, o el gobierno fabrica un caso y lo lleva ante miembros del jurado que saben que no podrán dar la cara a los vecinos si dejan ir a un "terrorista" declarado por los medios de comunicación.

Quizá el caso más obvio es el de "los siete de Miami," un infeliz grupo de cristianos-sionistas-musulmanes que se autodenominaban el "Mar de David", y que vivían tranquilamente en un almacén de Florida en espera del fin bíblico de los tiempos. Entonces llegó el FBI aparentando ser Al Qaeda y les ofreció $50,000 dólares y una ceremonia de iniciación de Al Qaeda.

El FBI les dijo que necesitaban poner bombas en las Torres Sears de Chicago y en varios edificios de gobierno. Un reportero honesto de Knight Ridder reveló: "El Departamento de Justicia (sic) reveló el arresto con la organización de una serie de conferencias de prensa en dos ciudades, pero la seriedad de los cargos comparada con el carácter aparentemente amateur del grupo generó preocupación entre defensores de derechos civiles," y notó que el grupo "no tenía armas ni explosivos."

El Departamento de Justicia (sic) y los medios sumisos hicieron un gran espectáculo de las "botas militares" de los infelices "conspiradores," pero fue el FBI el que les compró las botas.

La mayor pieza de evidencia en contra del infeliz grupo fue que tomaron fotos de los "blancos" en Florida, pero fue el gobierno de EEUU el que les dio las cámaras.

El gobierno de EEUU incluso les rentó carros para que pudieran ir a tomar las fotos.

Resulta que el grupo sólo quería los $50,000 dólares, pero un jurado norteamericano los encontró culpables de cualquier modo.

Cuando el gobierno de EEUU tiene que tomarse tanto trabajo para crear "terroristas" a partir de gente infeliz, se está siguiendo una agenda no declarada. ¿Cuál podría ser esta agenda?

La respuesta es que hay muchas agendas. Una agenda es justificar las guerras de agresión que son crímenes de guerra bajo el estándar de Nuremberg creado por el mismo gobierno de EEUU. Un modo de evadir cargos de crímenes de guerra es crear actos de terrorismo que justifiquen las agresiones al desnudo en contra de "países terroristas."

Otra agenda es crear un estado policial. Un estado policial puede controlar a la gente que se opone a su empobrecimiento en beneficio de los súper ricos mucho más fácilmente de lo que puede hacerlo una democracia con libertades civiles constitucionales.

Otra agenda es enriquecerse. Los complots terroristas, ya sean reales o creados, han creado un mercado para la seguridad. Michael Chertoff, portador de doble ciudadanía israelí y ex director de Seguridad Nacional (Homeland Security) de EEUU, es el cabildero que representa a Rapiscan, la compañía que fabrica los porno escáners de cuerpo completo que, luego del evento del "bombardero de la ropa interior", llenan los aeropuertos de EEUU. Seguridad Nacional ha anunciado que van a comprar los porno-escáners para trenes, autobuses, trenes subterráneos, cortes de justicia, y eventos deportivos. ¿Cómo podrían escapar los centros comerciales y las carreteras? Recientemente, en la carretera interestatal 20 al oeste de Atlanta, los camiones tuvieron que pasar por un aparato similar. A todos se les ha olvidado que el bombardero de la ropa interior no tenía los documentos adecuados y fue escoltado a bordo del avión por un oficial.

Chertoff Gonzalez
© DesconocidoSerpientes en traje: el ex jefe de Seguridad Nacional Chertoff y el ex fiscal general Gonzalez.
La "guerra contra el terror" provee una oportunidad para unas pocas personas con conexiones para volverse muy ricos. Si dejan a los norteamericanos con un estado policial de tercer mundo, ellos estarán pasándola bien en Gstaad.

Esto a pesar del hecho de que todos en el planeta saben que no son las madres lactantes, los niños, los ancianos en sillas de ruedas, los miembros del Congreso, los miembros del ejército, las monjas, y demás, quienes son miembros de Al Qaeda con planes de llevar bombas a bordo en su ropa interior, sus zapatos, su champú y cremas faciales.

En efecto, las bombas en los aviones de pasajeros son un evento raro.

¿De qué se trata todo esto realmente? ¿Podría ser que el gobierno de EEUU necesita de eventos terroristas para destruir completamente la Constitución de EEUU? El 24 de noviembre, la Radio Pública Nacional transmitió un reporte de Dina Temple-Raston: "Los oficiales de la administración están en busca de la posibilidad de codificar la detención sin juicio y están en espera de legislación que se supone saldrá del Congreso a principios del año que viene." Por supuesto, la legislación no sadrá del Congreso. Será escrita por Seguridad Nacional y el Departamento de Justicia (sic). El impotente Congreso simplemente pondrá la estampa.

La destrucción de habeas corpus, la más necesaria e importante protección de la libertad jamás institucionalizada en leyes y constitución gobernante, se ha vuelto necesaria para el gobierno de EEUU, porque un jurado podría exculpar a un supuesto o falso "terrorista" o persona timada que el gobierno de EEUU ha declarado antes de juicio a ser detenida para siempre y de modo indefinido incluso si es exculpada en una corte de justicia de EEUU. El fiscal general de Estados Unidos ha declarado que cualquier "terrorista" que juzgue y que sea exculpado por un jurado permanecerá en detención a pesar del veredicto. Tal evento revelaría la total falta de leyes de la "justicia" norteamericana.

Los Estados Unidos de América, "la ciudad sobre la colina," "la luz sobre el mundo," se ha convertido en la Alemania Nazi. La Gestapo ignoraba los veredictos de la corte y ejecutaba o detenía de modo indefinido en los campos al acusado exculpado. El régimen de Obama está en proceso de completar el sueño de Dick Cheney de legalizar la ilegalidad de la detención indefinida. La ley norteamericana ha caído a los calabozos de la Edad Media.

La política de la Gestapo Nazi es ya la política declarada del Departamento de Justicia (sic) de EEUU.

Cualquiera que piense que los Estados Unidos es una sociedad libre donde la gente goza de "libertad y democracia" no está informada.

Paul Craig Roberts fue secretario asistente del Tesoro durante el primer periodo del Presidente Reagan. Fue editor asociado del Wall Street Journal. Ha tenido muchos puestos académicos, que incluyen la dirección William E. Simon del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de la Universidad de Georgetown; y Senior Research Fellow del Instituto Hoover, Universidad de Stanford. El presidente francés Francois Miterrand le otorgó la Legión de Honor. Es autor de muchos libros, entre otros: War of the Worlds: How the Economy was Lost; Supply-Side Revolution: An Insider's Account of Policymaking in Washington; Alienation and the Soviet Economy; Meltdown: Inside the Soviet Economy, y es coautor con Lawrence M. Stratton de The Tyranny of Good Intentions : How Prosecutors and Bureaucrats Are Trampling the Constitution in the Name of Justice.