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El Gobierno de Siria ha advertido a Francia y Reino Unido de que su decisión de armar a los rebeldes es una "flagrante violación de los principios del Derecho Internacional", a través de un comunicado publicado por la prensa oficial.

El régimen de Bashar al Assad ha considerado que dicha decisión se enmarca en "la evidente implicación de los países europeos, del Golfo y Turquía en la crisis siria mediante el envío de dinero y armas a los grupos terroristas", según ha informado la agencia de noticias Xinhua.

El ministro de Exteriores de Francia, Laurent Fabius, ha adelantado este jueves que su país y Reino Unido solicitarán a sus socios europeos adelantar la cumbre sobre el embargo de armas a Siria para conseguir que sea derogado.

En caso contrario, Fabius ha adelantado que tanto París como Londres están dispuestos a armar a los rebeldes sirios, a pesar de que no haya consenso en el seno de la Unión Europea (UE), ya que ambos países son soberanos y comparten posturas.

Fabius ha argumentado que la lucha sobre el terreno es cada vez más "desigual", porque el embargo solamente rige para los rebeldes, mientras que el Gobierno de Al Assad es capaz de conseguir armas a través de Teherán y Moscú.

A este respecto ha añadido que "el proceso político está en peligro", dado que "Al Assad no se lo tomará en serio hasta que no tenga otra opción". "Para que la solución política tome cuerpo, la oposición debe poder combatir en igualdad de condiciones", ha sostenido.

Hasta ahora, la comunidad internacional, principalmente la UE y Estados Unidos, ha acordado entregar ayuda no letal a los rebeldes sirios, como asesoramiento y entrenamiento militar y la entrega de equipos y ayuda humanitaria.

Si bien, ha sido reacia a entregar armas a la oposición a Al Assad porque teme que se dibuje un escenario como el libio, en el que las nuevas autoridades se enfrentan a un clima de gran inseguridad por la existencia de numerosas milicias armadas.

El incremento de armas también ha contribuido a desestabilizar la región, ya que muchos de los que combatieron en la guerra libia abandonaron el país tras la caída de Muamar Gadafi para dirigirse a otros o dedicarse al contrabando.