Traducción de "El test de la psicopatía" por Verónica Puertollano
Traducción de "Ponerogía Política" por el equipo de traducción de SOTT

Gracias a la literatura y el cine conocemos a los psicópatas como seres despiadados que mutilan a víctimas inocentes, de hecho, nadie quisiera tener un vecino como el protagonista de American Psycho. Pero ¿sabemos realmente lo que es un psicópata?
Ponerología
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Tras largas investigaciones, se ha llegado a concluir que la psicopatía no es ninguna enfermedad mental, más bien, tienden afirmar que se trata de un trastorno de la personalidad cuyo rasgo característico es la perturbación de la empatía emocional. Esto significa que sí existe cierta consciencia de actos propios que cometen y sí entienden las emociones ajenas, pero NO las sienten igual. La gran incógnita es por qué no sienten igual, esto es un puzzle que queda por resolver.

De hecho, las últimas investigaciones biológicas observan que puede ser por anomalías en la estructura cerebral. Esto despierta un nuevo debate, pues aunque nos parezcan infames aquellos actos que cometen ciertos psicópatas hacia sus víctimas, ¿puede que sean presos de su propia condición? Esta cuestión no la podemos afirmar, al menos todavía.

Las últimas investigaciones para explicar esta problemática radican en la biología.
Tras la Segunda Guerra Mundial la psicología freudiana ocupara el centro del escenario: el Mal no era biológico, sino que era fruto del entorno. Los criminales se sentían culpables por haber deseado a sus madres, y cometieron crímenes para recibir el castigo que merecían. La nurture superó a la nature. Pero hacia finales del siglo XX, dice Rafter, «Las ciencias sociales empezaron a perder poder explicativo mientras que las ciencias biológicas lo ganaban». Estamos menos interesados en castigar a los criminales y más obsesionados con prevenir los crímenes.

El trabajo vital de Adrian Raine puede considerarse parte de esta tendencia. «Durante décadas, hemos puesto el foco únicamente sobre el componente social en lo que respecta al crimen - la privación, la vida de gueto, la discriminación - », dice. «Hemos ignorado sistemáticamente una parte fundamental de la ecuación. El trabajo que he hecho demuestra que hay causas biológicas».

El test de la psicopatía - Sandy Hingston, Philadelphia Magazine. Julio de 2012
Como suele suceder, estamos justo en medio de un momento psicopático. (...) Lo que ha traído a un primer plano la psicopatía es en gran medida la innovadora investigación que Raine ha realizado sobre cerebros criminales. (...) Adrian Raine es Profesor en la Universidad de Pensilvania en los departamentos de criminología, psiquiatría y psicología, y autor del best-seller Violencia y psicopatía, ha convertido en carrera el estudio de los malhechores, especialmente los psicópatas. Es considerado el líder mundial en la investigación de la neurocriminología. (...)

Las IRM en concreto, dice, permiten a los científicos ver en tiempo real qué sucede cuando un psicópata ve fotos perturbadoras o contempla un problema moral, en comparación con el resto de nosotros. La diferencia entre un psicópata y un criminal común es de escala. (...) Y se estima que los psicópatas cometen hasta un 65% de todos los crímenes - una diminuta minoría que se encuentra entre nosotros y que crea olas masivas de caos y terror - . El área de Raine, la «neurocriminología», observa cómo la estructura del cerebro puede causar la psicopatía, y cómo se podrían demostrar esas anomalías en la estructura cerebral.

Estamos acostumbrados a pensar en la conducta criminal como una elección consciente hecha por personas como nosotros que deciden volverse malos. Pero ¿y si Raine está en lo cierto? ¿Y si hay realmente una marca de Caín, y los psicópatas son víctimas de su biología? ¿Cómo podría afectar nuestra visión de ellos, y cómo debería afectar?

El test de la psicopatía - Sandy Hingston, Philadelphia Magazine. Julio de 2012
Es natural que nos despierte cierta curiosidad el porqué existen depredadores humanos, es decir, personas que maten por matar, por placer propio, sin ningún móvil aparente. De hecho, cabe la posibilidad de que antes podríamos entender que alguien asesinara por venganza porque sí, porque le apetece, por sentir un estimulo fuerte. Pero, ¿todos los psicópatas cometen actos atroces?

No, existen psicópatas exitosos que buscan estímulos que le otorguen, por decirlo de alguna forma, otro tipo de poder que no sea el de asesinar al ajeno. Por ejemplo, pueden utilizar esa seducción e inteligencia para estar en grupos elitistas o de influencia internacional, por tanto, es fácil que encontremos a individuos psicópatas en la prensa y que no sean aclamados como asesinos.
Los psicópatas exitosos, como ha demostrado la investigación de Raine, tienen algunos de los «hits» negativos de la estructura cerebral de los no exitosos, pero exhiben una mayor función ejecutiva. No presentan una reducción significativa de materia gris en la corteza prefrontal. Raine cree que cuanto mejor funcione el lóbulo frontal, más inteligentes serán, y más sensibles a las señales del entorno que predicen el peligro y la captura. Eso los convierte también en unos capitalistas ideales. La incidencia de la psicopatía en el mundo financiero es de cuatro veces el de la población general.

«Los individuos con rasgos psicópatas», dice el estudio de Raine sobre psicópatas exitosos, «entran en la corriente general laboral y gozan de provechosas carreras... mintiendo, manipulando y desacreditando a sus colaboradores».
¿Qué concluimos entonces? Que los psicópatas pueden ser depredadores pero no tienen el porqué asesinar a priori para satisfacerse. Por otro lado, a la ciencia le queda mucho por investigar las causas que lleva a esta clase de sujetos a actuar así, y resolver cómo tratarlos a nivel penal y psicológico.
Pero Raine no deja que la historia lo detenga. Aunque el conocimiento del bien y del mal es lo que expulsó a Eva y Adán del Paraíso, eso es exactamente lo que Raine está tratando de precisar. Raine comprende por qué este tema pone a la gente nerviosa. Especialmente en América, no nos gusta pensar en la biología como un destino. «¡Te puedes convertir en lo que quieras!», le exhortamos a nuestros hijos. ¿Cómo podría un pequeño querubín ser ya una mala semilla?
Así pues, no se trata de "demonizar", sino de que encontremos una solución para el bien común.
La tendencia a impartir una interpretación moralizante a fenómenos esencialmente patológicos es un aspecto de la naturaleza humana cuyo sustrato discernible está codificado en nuestro instinto específico; concretamente, por lo general los seres humanos no logran diferenciar entre el mal biológico y el mal moral.

Cada vez que imponemos una interpretación moralista a las faltas y los errores del comportamiento humano, nos cerramos a la posibilidad de comprender las causas que originan los fenómenos, y abrimos paso a emociones de venganza y a juicios psicológicos erróneos. En realidad, estos errores en la conducta humana derivan en gran medida de la influencia de los factores patológicos que, ya sea los que hemos mencionado u otros, suelen verse confusos en las mentes que no han sido instruidas en esta área. Por tanto, es así como permitimos que esos factores prosigan sus actividades ponerogénicas, tanto en nuestro interior como en los demás. No existe nada que envenene más el alma humana y nos despoje de la capacidad para comprender la realidad en forma más objetiva, que nuestra obediencia a esa tendencia tan común entre nosotros, a adoptar una postura moralista con respecto al comportamiento humano.

Hablando en términos prácticos, y como mínimo, cada comportamiento que perjudica seriamente a otra persona posee dentro de su génesis psicológica la influencia de algunos factores patológicos (entre otras cosas, claro). Por consiguiente, cualquier interpretación sobre las causas del mal que se base únicamente en las categorías morales constituye una percepción inapropiada de la realidad. Esto puede conducirnos, en general, a un comportamiento erróneo que limite nuestra capacidad para contrarrestar los factores causantes del mal y abra la puerta a ansias de venganza. Esto enciende con frecuencia una nueva llama en los procesos ponerogénicos. Por ende, hemos de estimar que toda interpretación unilateralmente moral acerca de los orígenes del mal es falsa e inmoral. El proyecto de superar esta tendencia común en el ser humano, así como sus consecuencias, puede ser considerado como un motivo moral entrelazado con la ponerología.

Si analizamos las razones por las cuales las personas suelen abusar de semejantes interpretaciones emocionalmente cargadas, rechazando a menudo con indignación una interpretación más apropiada, también notaremos, por supuesto, ciertos factores patológicos que ejercen una influencia dentro de ellas. En esos casos, esta tendencia se intensifica cuando dichas personas reprimen del campo de la consciencia todo concepto crítico relativo a sus propios comportamientos y a sus motivaciones internas. Y la influencia que ejercen intensifica esta tendencia en los demás.

Andrew M. Lobaczewski