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© Yasmin PeñaPreparación de terreno para cultivo de soja. Itapúa, Paraguay
La apuesta de Paraguay por la soja y la carne como motores de su crecimiento económico se sigue cobrando un alto precio en los bosques del país, que pierden miles de hectáreas todos los años pese a la moratoria de tala en vigor hasta finales de 2013.

Los casi 9 millones de hectáreas de bosques que Paraguay tenía en 1950 se redujeron a 1,3 millones hasta 2004, cuando el país tenía el mayor rango de deforestación de América y el segundo del mundo, según el Fondo Mundial de la Naturaleza (WWF).

En ese año, se impuso por ley la "deforestación cero", lo que redujo la pérdida de bosques a 5.703 hectáreas en los primeros ocho meses de 2012, frente a las 110.000 de 2002 o la tala récord de 1986, cuando se perdieron 289.000 hectáreas, según la misma fuente.

En Paraguay, el cumplimiento de las leyes ambientales "es deficiente o nulo, en algunos lugares no se aplican", por lo que el ritmo de destrucción de bosques "continúa siendo alarmante, como también lo es el contrabando de maderas hacia Brasil", lamentó el coordinador de Proyectos del WWF, César Balbuena, en una nota para la agencia EFE.

"Los propietarios conocen las leyes pero no las quieren cumplir excusándose en la falta de transparencia del Estado y la corrupción", dijo a Efe Balbuena.

El WWF lucha por que el Gobierno mantenga su ley de "deforestación cero" después de 2013, para evitar un regreso a la normativa de 1973, que exigía a los productores agropecuarios y ganaderos conservar un 25 por ciento de la masa forestal de sus propiedades.

"En su inicio se hizo esta ley pensando que no era una prioridad la conservación, el bosque era considerado algo que no daba beneficio al país", lo que sumado a la falta de recursos estatales para el control significó la destrucción de millones de árboles, según Balbuena.

La deforestación ilegal en Paraguay se produce principalmente en áreas protegidas, reservas y parques naturales como el Bosque Atlántico del Alto Paraná, situado en la frontera con Brasil, o la región del Chaco, Reserva de la Biosfera situada en el norte del país y fronteriza con Bolivia y Argentina.

El gran proceso de deforestación comenzó en la década de 1980 junto con la industrialización de la agricultura en Paraguay, lo que dejó los bosques "muy fragmentados y con muchos problemas en áreas que aún no están protegidas", explicó Balbuena.

Las grandes plantaciones de soja, cada vez más extendidas por el país, han desplazado a los productores ganaderos a la región del Chaco, donde la tierra es mucho más barata y donde, según WWF, se están "repitiendo los mismos errores" y la falta de control de la década de 1980 en la región oriental.

En su último informe, la organización ecologista Guyrá Paraguay constató que "el proceso de expansión de la frontera pecuaria hacia el norte de Paraguay (Chaco) se ha mantenido constante a lo largo de 2012 y continúa con la misma tendencia en 2013″.

Según sus datos de monitoreo del Gran Chaco Americano -que comparten Paraguay, Argentina y Bolivia-, sólo en abril pasado se deforestaron 41.464 hectáreas, de las que el 67 por ciento fueron en suelo paraguayo.