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La presidente de Brasil, Dilma Rousseff.
Entre la desilusión del Internet como la "aldea global" y armónica a raíz del caso Snowden y el peligro del Internet estatizado, Dilma Rousseff propondrá una serie de polémicas medidas para evitar la vigilancia de la NSA y de EU.

La presidente de Brasil, Dilma Rousseff, pospuso su visita oficial a Estados Unidos como respuesta diplomática a las filtraciones del caso Snowden y el programa PRISM; a raíz de declaraciones posteriores, se espera que Rousseff se dirija a la Asamblea General de las Naciones Unidas a fines de septiembre con el propósito de abrir la conversación sobre la centralización del Internet a la arena pública.

Según Marilia Maciel, investigadora de la Fundación Getulio Vargas sobre políticas de seguridad en Internet, esto tendrá la finalidad de "balancear el control que EU tiene [sobre el Internet] en términos de infraestructura y tal vez sea una presión para que los EU cambien sus prácticas."

Otros analistas son menos optimistas; Merlyna Lim, investigadora visitante en el Centro para las Políticas de Información y Tecnología de la universidad de Princeton, afirmó que "el Internet no es ni verdaderamente global ni es un estado-nación, sino que está justo en medio de ambos; siempre ha sido así... ¿Tener comunidades globales? Nunca pasó - de muchas maneras, el Internet se ha vuelto más local."

Lo que la presidente Rousseff propondrá en la Asamblea General son algunas medidas ambiciosas no carentes de controversia, como construir redes submarinas de fibra óptica que no pasen por EU, construir puntos de conexión locales desde Brasil, la creación de un servicio de correo electrónico cifrado a través del servicio postal brasileño, así como obligar a compañías como Facebook y Google a que almacenen la información concerniente a Brasil en servidores dentro de Brasil, operados a su vez por brasileños.

Google afirma que medidas de este tipo serán la "balcanización" del Internet como lo conocemos, a pesar de que países como China y Rusia han indicado explícitamente que desean hacerse del control del Internet en sus propios países.

Con información de The Guardian.