Traducido por el equipo de SOTT.net en español

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La decodificación del genoma humano a principios del milenio trajo esperanzas y promesas sobre el comienzo del fin del sufrimiento humano. Sin embargo, después de más de una década de exploración intensa del genoma humano, la carga del sufrimiento y la enfermedad humana no ha hecho más que incrementarse por todo el mundo. Enfermedades cardíacas, cáncer, y diabetes, así como también alergias y enfermedades autoinmunes, han aumentado rápidamente. La esperanza se ha convertido en decepción mientras los científicos reconocen que aparte de los trastornos genéticos puntuales, como el Síndrome de Down, nuestros genes no determinan nuestro destino.

En noviembre de este año, un estudio sobre genómica del New England Journal of Medicine (i) , Diabetes tipo 2 y obesidad, reportó con decepción la pequeña relación que existe entre la obesidad, la diabetes y los genes. Existen patrones asociados entre la constitución genética y las más grandes epidemias de nuestros tiempos (diabetes y obesidad), con estribillos como "magnitud de efecto moderado", "un número reducido de logros", "continúa lejos de aclararse", "difícilmente distinguible con el conocimiento biológico actual".

La historia de nuestra salud es mucho más compleja que la programación genética. A fin de cuentas, está determinada por la interacción dinámica del entorno que influye en los genes, creando el "Yo" en un momento dado. La buena noticia es que éste ha sido el año de descubrimientos sobre la "ómica" - epigenómica, exposómica, nutrigenómica, microbiómica y toxigenómica - áreas que, de hecho, contienen la llave capaz de abrir los misterios de nuestra salud y enfermedades.

El epigenoma: más allá de Darwin y la evolución

Actualmente, parece que más que nuestra colección de genes, lo importante es como estos últimos son controlados por factores internos y externos - nuestros pensamientos, el estrés, las conexiones sociales, lo que comemos, nuestro nivel de actividad mental y física, y nuestra exposición a microbios y a toxinas ambientales. Estos factores son interruptores que 'encienden' o 'apagan' los genes y determinan qué proteínas son expresadas. A su vez, las proteínas expresadas detonan señales de enfermedad o de salud.

Más impactante aún es el hecho de que nuestro ADN queda marcado por factores ambientales, tales como los pesticidas. El impacto que este factor ambiental tiene en nuestros genes puede ser transferido a lo largo de generaciones. El "epigenoma" se vuelve hereditario. Eso significa que si tu abuela consumió mucha azúcar, o estuvo expuesta al mercurio por comer mucho sushi, las modificaciones genéticas incurridas de tal exposición pueden afectarte. Su epigenoma lleva consigo un riesgo de enfermedad incrementado, que podría ser transferido de generación en generación. Curiosamente, las visiones darwinianas y lamarkianas se están intersectando en 2010.

El exposoma: influencias ambientales sobre la salud y las enfermedades

En octubre de 2010, la revista Science (ii) publicó un artículo importante que revisaba la noción del "exposoma", es decir, la idea de que el entorno en el que viven nuestros genes es más importante que nuestros genes en sí. Esto sugiere que la aplicación de la genómica para tratar enfermedades está desencaminado porque de 70 al 90 por ciento del riego a enfermarnos está relacionado con nuestra exposición al entorno y con las alteraciones resultantes en las moléculas que interactúan con nuestros genes.

La pregunta entonces es cómo medimos y cambiamos nuestro "exposoma" - o la totalidad del impacto que tiene el entorno en nuestros genes. No debemos considerar un solo factor, sino toda la colección de factores interrelacionados que determinan la salud y la enfermedad - toxinas, comida, microbios, sustancias químicas internas, incluyendo todas las moléculas biológicamente activas que controlan la inflamación, el estrés oxidativo, la flora intestinal, y otros procesos naturales.

Los marcadores biológicos y técnicas analíticas emergentes pronto nos permitirán mapear nuestro exposoma a partir de una gota de sangre, y medir el cambio con el tiempo. Mediante novedosos tratamientos que ayudan a identificar y a desechar toxinas externas conocidas (como los pesticidas y el mercurio), y estrategias que modifiquen el medio interno, incluyendo la dieta, los nutrientes, los probióticos, y la desintoxicación, nos ayudaría a cambiar nuestro "exposoma" y disminuir nuestra propensión a enfermedades en general.

Una vez que este paradigma sobre la comprensión de cómo toda una vida de exposiciones interrelacionadas interactúa con nuestros genes para determinar nuestra propensión a enfermedades crónicas, una vez que la relación entre los genes y el entorno sean mapeadas más cuidadosamente, entonces la promesa de una revolución genómica puede ser completamente posible.

El nutrigenoma: comer para mejorar nuestros genes

El factor más importante para controlar nuestros genes a diario es comer bien. La comida (la combinación y calidad de macronutrientes -proteínas, grasas, y carbohidratos-, micronutrientes -vitaminas y minerals-, fibra, y fitonutrientes -compuestos bioactivos a base de plantas-) influye cotidianamente en nuestros genes, afectando las señales "on" y "off", "incremento o reducción" provenientes de nuestros genes. Este campo, llamado nutrigenómica (iii), ofrece una forma poderosa para controlar nuestro destino.

Por ejemplo, los investigadores han descubierto que, dependiendo de nuestros genes, podemos responder mejor a diferentes dietas (a algunas personas les va mejor con más grasas y proteínas y menos carbohidratos, y a otras no). Uno de los descubrimientos más importantes de la década es el de cómo la comida -ya sea a base de plantas, rica en nutrientes o en fito-nutrientes, o bien procesada, alta en azúcar, carente de propiedades nutritivas - cambia la expresión genética en tiempo real, y puede durar de semanas a meses. El Dr. Dean Ornish demostró este proceso en su investigación (iv) sobre el cáncer de próstata. Pudo afectar benéficamente a más de 500 genes que controlan el cáncer, simplemente al hacer que sus pacientes siguieran una dieta de comidas completas basadas en plantas.

El microbioma: el ADN más importante en nuestro cuerpo no es el nuestro

El cuerpo humano alberga a más de cien trillones de microorganismos. El ADN de estos organismos que viven dentro de nuestro cuerpo y sobre su superficie es cien veces mayor que nuestro ADN. A esto se le llama microbioma. (v) Nuestro cuerpo simplemente es un entorno anfitrión para las bacterias. Las moléculas producidas por el ADN de esas bacterias tienen un impacto significativo en nuestra salud. A esto se le llama "metaproteómica".

Este microbioma, particularmente el ecosistema de casi quinientos organismos que viven en nuestros intestinos, ha sido relacionado con la obesidad, el cáncer, las alergias y las enfermedades autoinmunes, e incluso con enfermedades cardíacas y diabetes. Nuestro modo de vida y dieta modernas y el uso excesivo de antibióticos han modificado a la población de bacterias que viven en nuestros intestinos y nos han enfermado. (vi) Los organismos que crecen en nuestros intestinos determinan si seremos gordos o flacos, si sufriremos de inflamación o gozaremos de buena salud. El descubrimiento crítico de este microbioma y sus implicaciones para influenciar muchas de las enfermedades del siglo 21 proveerán tratamientos novedosos que incluirán un cambio en nuestra dieta y en el uso de pre y probióticos para que el ecosistema de nuestros intestinos regrese a un equilibrio que promueva la salud. Sólo somos tan saludables como las bacterias de nuestro intestino.

Lo que nos espera en el futuro

La vertiginosa palmada en el hombro que representa la decodificación del genoma humano ha abierto camino a una visión más sobria de los límites de la genómica y la significativa comprensión de lo que todos nosotros ya sabíamos intuitivamente: que cómo vivimos, la calidad de nuestras relaciones, la comida que consumimos, como usamos nuestros cuerpos y el entorno que nos rodea, determinan mucho más de lo que lo hacen nuestros genes. La siguiente década caracterizará mejor cómo el entorno afecta la expresión de los genes - las interacciones genoma-exposoma - y nuestra salud, y nos suministrará métodos más eficaces para mejorar esas interacciones, lo cual nos ayudará a crear una mejor expresión de nosotros mismos.

Para más información sobre cómo afecta el entorno a nuestros genes, y si desea mantenerse al tanto de los últimos descubrimientos en este excitante y novedoso campo de la medicina, visita el sitio drhyman.com.

Ahora me gustaría saber qué piensas sobre este tema.

¿Piensas que nuestro entorno es tan importante como tus genes para determinar tu salud o enfermedades?

¿Qué acciones planeas tomar para incorporar esta nueva ciencia a tu vida?

¿En este año nuevo consideras cambiar de dieta y estilo de vida para mejorar tu salud? ¿Qué cambios planeas hacer?

Permíteme saber qué piensas al respecto dejando un comentario.

Por una vida más saludable.

Mark Hyman, MD

Referencias:

(i) McCarthy, M.I. 2010. Genomics, type 2 diabetes, and obesity, N Engl J Med. 363(24): 2339-50. Review.

(ii) Rappapport, S., et al. 2010. Environment and disease risks. Science. 330: 460-461

(iii) Grayson, M. 2010. Nutrigenomics.Nature. 468(7327): S1.

(iv) Ornish, D., Magbanua, M.J., Weidner, G., et al. 2008. Changes in prostate gene expression in men undergoing an intensive nutrition and lifestyle intervention. Proc Natl Acad Sci USA. 105(24): 8369-74.

(v) Caesar, R., Fak, F., Bäckhed F. 2010. Effects of gut microbiota on obesity and atherosclerosis via modulation of inflammation and lipid metabolism. J Intern Med. 268(4): 320-8. doi: 10.1111 Review

(vi) De Filippo, C., Cavalieri, D., Di Paola, M., et al. 2010. Impact of diet in shaping gut microbiota revealed by a comparative study in children from Europe and rural Africa. Proc Natl Acad Sci USA. 107(33): 14691-6

Acerca del autor

El doctor Mark Hyman, medico general, fundador del Centro del Ultra-Bienestar (The UltraWellness Center), cuatro veces autor best-seller del New York Times, y líder nternacional en el área de la medicina funcional.