Miles de ciudadanos bahreiníes volvieron a tomar las calles este sábado en las calles de la ciudad capitalina de Manama en señal de apoyo a los presos políticos y en oposición al rechazo por parte del régimen de Al Jalifa a las llamadas internacionales por la liberación de los prisioneros.
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Las concentraciones más multitudinarias se registraron en las localidades de Bani Jamrah, Diraz y Maameer, donde los descontentos coreaban consignas contra el régimen de Manama. Las protestas coincidieron con el segundo día de una huelga de hambre lanzada por unos 400 presos tras haber sido maltratados en las cárceles del país.

De acuerdo al principal partido opositor de Bahréin, Al-Wifaq, unos 1500 reclusos han sido víctimas de maltratamientos en la prisión central. Allí el régimen de Al Jalifa tiene encarcelados a activistas por cargos políticos y de seguridad.

Por otro lado, el pasado viernes fuerzas de seguridad de Bahréin, respaldadas por Arabia Saudita, reprimieron el viernes una masiva manifestación antigubernamental en Manama. Durante la multitudinaria marcha, que tuvo lugar en la localidad de Al-Maqsha, sita al oeste de Manamá, agentes de policía lanzaron gases lacrimógenos y dispararon balas de goma para dispersar a los manifestantes.

Los participantes en la protesta corearon eslóganes contra el régimen bahreiní, condenando la muerte de dos manifestantes prodemocráticos que perdieron la vida el pasado 19 de abril en un atentado con bomba contra su coche. Los dos activistas estaban siendo buscados por las fuerzas de seguridad bareiníes por participar en las marchas populares contra el régimen gobernante.

El pasado lunes, la opositora Coalición 'Jóvenes de la Revolución del 14 de febrero' acusó al régimen de Al Jalifa de estar implicado en el asesinato de estos dos jóvenes, llamados Ali Abas y Ahmed al-Mosajen.

En esta misma línea represiva, un tribunal del régimen de Bahréin condenó este domingo a ocho militantes antigubernamentales a cadena perpetua. Los activistas fueron acusados del supuesto asesinato de un policía y participar en una protesta antigubernamental en la aldea Dair (norte) en agosto de 2013.

Sin embargo, los ocho condenados denuncian que confesaron bajo tortura, en momentos en que el régimen de Al Jalifa aumenta la represión contra los opositores. El pasado martes, también otras 12 personas fueron condenadas a cadena perpetua, acusadas de participar supuestamente en una manifestación no autorizada en este país.

En otro orden de cosas, el relator especial para la Libertad de Religión de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Heiner Bielefeldt, pidió el pasado jueves al régimen de Bahréin que cese las medidas discriminatorias contra los musulmanes chiíes. A través de un comunicado, Bielefeldt aseguró que la decisión del régimen bahreiní de expulsar al sheij Husein al-Nayati del país y privarlo de su nacionalidad es una muestra del maltrato a los chiíes en este pequeño país del Golfo Pérsico.

Además de expresar su profunda preocupación por el tema, tildó de "racista" la medida del régimen de Al Jalifa contra el clérigo chií. La discriminación por las creencias religiosas es una violación de los derechos humanos y de las libertades fundamentales, subrayó el relator especial de la ONU.

El pasado lunes, Said Boumedouha, director adjunto del Programa de Amnistía Internacional para Oriente Medio y el Norte de África afirmó que "esta campaña de amenazas, hostigamiento e intimidación contra Al-Nayati es inaceptable y debe acabar de inmediato". El sheij Husein al-Nayati, al que retiraron en noviembre de 2012 su nacionalidad por motivos de seguridad nacional, abandonó el miércoles su país con destino a Beirut, capital de El Líbano, bajo presión de las fuerzas de seguridad del régimen de Al Jalifa y tras recibir un ultimátum de 48 horas.

En este sentido, el principal líder chií de Bahréin afirmó el viernes que el régimen de Al Jalifa les ha declarado oficialmente la guerra a los chiíes, al expulsar del país al sheij Husein al-Nayati, representante del máximo líder religioso chií de Irak, el ayatolá Seyed Ali Sistani. "Bahréin le declaró una guerra descarada y abierta a la fe chií", señaló el sheij Isa Qasem, para después acusar al régimen bahreiní de aplicar una política de tortura y represión contra los musulmanes chiíes.

El alto clérigo bareiní, asimismo, llamó a la comunidad internacional y a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a apoyar a la comunidad chií de Bahréin, ante las medidas discriminatorias del régimen de Al Jalifa.