Para los ciudadanos de Los Ángeles puede resultar extraño que últimamente hayan vivido tantos terremotos. Después de un período relativamente tranquilo de actividad sísmica, los últimos cinco meses han sido un tanto turbulentos: al menos cinco han alcanzado o superado el grado 4 en la escala Richter.
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Esto no ocurría desde 1994, el año en el que tuvo lugar el terremoto de Northridge, de magnitud 6,7, que produjo otros 53 temblores y que acabó con la muerte de más de 70 personas. Durante las dos siguientes décadas, pasaron años sin que un seísmo alcanzara si quiera el grado 4.

Los sismólogos reconocen que 2014 está siendo un año de gran actividad sísmica, igual que ocurrió en 1994, pero sostienen que es difícil dilucidar si esta oleada de 'pequeños' temblores acabará desencadenando uno como el de Northridge.

"Probablemente, esto sea lo que ha sido y no haya más seísmos de esa magnitud. Pero este año hay más posibilidades de que ocurra un terremoto mayor, que en el caso de que no hubiéramos tenido esta serie de temblores", asegura la sismóloga Lucy Jones, del Centro Geológico de Estados Unidos. "Cada terremoto hace que otro sea más probable".

Los seísmos de magnitud 4 en la escala de Richter son suficientes como para que se sientan en amplias zonas, pero demasiado pequeños como para provocar serios daños. El más potente de 2014 ha sido en La Habra, y superó los 5 grados en esta escala. También en Fontana, una zona que nació de uno de los suburbios de Los Ángeles, o en Rowland Heights, en el oeste del condado.

Sin embargo, son otros dos los terremotos los que más han intrigado a los sismólogos californianos, que ocurrieron a lo largo de la carretera 405 en las montañas de Santa Mónica: uno que tuvo lugar el pasado 17 de marzo en Encino, de magnitud 4,4 y otro cerca de Brentwood, el pasado domingo, de magnitud 4,2. A estos, se les suman otros quince que no superaron los 2,5 grados entre enero y marzo, también en las montañas de Santa Mónica.

Santa Mónica, sobre terreno con gran actividad sísmica

Los terremotos que tienen lugar en esta zona montañosa han aumentado considerablemente. Así lo ha registrado Egill Hauksson, el sismólogo del instituto tecnológico Caltech, quien explica que las montañas de Santa Mónica se formaron, precisamente, por actividad sísmica durante millones de años.

Los últimos seísmos ocurrieron en una zona relativamente empinada y en extensiones inferiores a tres millas los unos de los otros. Según Hauksson, esto sugiere que están relacionados, pero no saben "si se han acabado o continuarán".

Después del seísmo del 17 de marzo, la teoría que han tenido en mente los expertos ha sido que podría haber sido una réplica del terremoto de 1994. Sin embargo, Hauksson cree que es posible que formen parte de una nueva secuencia sísmica.

El epicentro del seísmo de La Habra, una zona de extracción petrolera y 'fracking'

El terremoto de La Habra tuvo como epicentro una región que ha sido significativa en cuanto a la extracción de petróleo durante décadas. Por eso, los sismólogos han estudiado si la extracción de crudo pudo haber provocado tanto el terremoto de 5,1 como su réplica de 4,1 en Rowland Heights. No obstante, según la investigación, es poco probable.

Según los datos, la extracción se duplicó poco antes de La Habra en la región de Santa Fe Springs, pero ésta se encuentra a siete millas del epicentro, "demasiado lejos como para realizar una conexión".

Los terremotos de más de 3 grados en esta zona han aumentado en los últimos años por toda la zona central y este del país: se han registrado más de 100 temblores anuales de media durante los últimos cuatro años, cinco veces superior a los 20 anuales registrados entre 1970 y 2000.

Los estudios sugieren que el período de tiempo en el que se ha registrado el aumento en el número de terremotos coincide con la práctica conocida como fracturación hidráulica o 'fracking'. No obstante, la industria del petróleo y del gas ha desestimado las críticas y asegura que "no es de extrañar que un puñado de organizaciones ambientalistas extremistas intenten crear una conexión totalmente infundada entre el 'fracking' y los terremotos".

La inyección de aguas residuales posterior al proceso de fracturación puede llegar a contribuir a que se produzcan terremotos, pero en California es difícil averiguar la relación porque no existe una base de datos completa a disposición del público de la cantidad que se inyecta en la tierra y que sobra después. Aunque es probable esta relación, los científicos siguen sin querer confirmar nada porque creen que es necesario mantener la perspectiva y sostienen que si fuera tan evidente la relación, se estarían prediciendo los terremotos.

No obstante y aunque la relación todavía no se ha hecho patente, el ayuntamiento de Los Ángeles prohibió la extracción por fracturación hidráulica desde el pasado mes de marzo debido, principalmente, a la posibilidad de que se generen nuevos seísmos.