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Jules Evans es el autor dePhilosophy for Life and Other Dangerous Situations: Ancient Philosophy for Modern Problems y considera que podemos aprender mucho de nuestros antepasados. Confía en la filosofía estoica para combatir muchos de los problemas más acusados de nuestro tiempo, como la ansiedad, la depresión o el descontrol de las emociones.

Evans es periodista, escritor y director del Centre for the History of Emotions en la University of London. Además, colabora con el London Philosophy Club y ha sido considerado por la BBC como uno de los principales pensadores de su generación. Aquí reunimos los que, según él, son los principales aprendizajes que podemos extraer del estoicismo y aplicar a la vida moderna.

1. No son los hechos los que nos hacen sufrir, sino nuestra visión de los hechos

Los estoicos pensaban que podemos transformar nuestras emociones al comprender cómo se relacionan con nuestras creencias y actitudes. A menudo lo que nos hace sufrir no es un acontecimiento en sí, sino la opinión que tenemos del mismo. Podemos empeorar una situación complicada sólo con la actitud con que lidiamos con ella. No significa esto que debamos siempre "pensar en positivo" ni ser optimistas frente a cualquier adversidad, pero sí que debemos abrir nuestra mente para afrontar cualquier evento con serenidad

.2. Nuestras opiniones suelen ser inconscientes, pero podemos advertirlas preguntándonos a nosotros mismos

Sócrates decía que vamos por la vida sonámbulos, inconscientes de lo que nos pasa y sin escucharnos a nosotros mismos. Debemos preguntarnos qué nos gusta, qué no, en qué creemos, por qué tal cosa nos molesta. Los estoicos escribían diarios para seguir la pista de sus sentimientos y analizarlos.

3. No podemos controlar lo que sucede, pero sí nuestra reacción ante ello

El filósofo griego Epícteto dividía la experiencia humana en dos modalidades: las cosas que podemos controlar y las que no. Y éstas últimas son innumerables e incontestables: el resto de la gente, el clima, la economía, nuestra salud, el pasado, el futuro, el amor, el dolor, la muerte...

Pero sí podemos ejercer un control, si lo practicamos, sobre nosotros mismos: cómo actuar, cómo reaccionar. Concentrarse en lo que uno controla es un poderoso modo de reducir la ansiedad y afirmar la autonomía frente a las situaciones caóticas.

4. Elige tu perspectiva con criterio

Siempre podemos elegir con qué perspectiva vemos las cosas, igual que un director de cine elige el ángulo del plano. Uno de los ejercicios que practicaban los estoicos era el de visualizar el universo en toda su vastedad y extensión, para darse cuenta de lo nimios que son los problemas que parecen inundarnos. Del mismo modo, es útil centrarse en el presente: cuando uno se descubre rumiando sobre el pasado o preocupándose por el futuro debe pensar en el ahora. Al fin y al cabo, ni el pasado ni el futuro nos pertenecen.

5. Los hábitos son importantes

Los estoicos dan mucha importancia (como otras corrientes filosóficas modernas) al entrenamiento, la práctica, la repetición: los hábitos, en fin. Somos criaturas tan olvidadizas que necesitamos repetir las ideas una y otra vez hasta que se convierten en hábitos integrados.

6. El trabajo de campo es fundamental

Si estás mejorando en el control de tu temperamento, practica las maneras de no perder el control. Si estás intentando comer mejor, deja de recurrir a la comida basura. Como dijo Séneca, "los estoicos ven todas las adversidades como un entrenamiento". Convierte los obstáculos en peldaños que escalar.

7. La virtud es suficiente para alcanzar la felicidad

El estoicismo no pretendía simplemente que nos sintiésemos bien, sino que viviésemos de acuerdo con la virtud. Creían que uno no halla la felicidad en agentes externos como la riqueza y el poder, sino haciendo lo correcto. Es una filosofía exigente, pero cuya felicidad y satisfacción son muy intensas.

8. Tenemos obligaciones éticas para con nuestra comunidad

No sólo con respecto a nuestros amigos y familia, sino también con la humanidad. A menudo estás obligaciones chocarán entre sí, pero no por ello debemos dejar de planteárnoslas y de tener en cuenta al resto de habitantes del planeta.