"La enfermedad es el esfuerzo que hace la Naturaleza para curar al hombre"

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Arbol de la vida por Gustav Klimt
Esta llamativa afirmación parte de Carl Gustav Jung, psiquiatra y psicólogo suizo, fundador de la escuela de Psicología analítica. El mensaje es claro. La enfermedad en sí ofrece claves que en un primer momento podemos no comprender. Cierto es que el vínculo entre la enfermedad y la psique o los estados emocionales no es algo que se haya descubierto recientemente. Digamos que siempre hemos estado al tanto de esto de una manera más o menos consciente, y si bien, a la hora de la verdad, no solemos prestar mucha atención.

La enfermedad puede ser definida como una alteración del funcionamiento normal del organismo, así como algo que perturba y daña a la persona física y mentalmente. Existen otras perspectivas que definen la enfermedad o el síntoma como una respuesta biológica, es decir, algo que emerge desde el propio organismo como réplica o resolución ante algo que ha sucedido.

¿Somos conscientes de todo lo que nos pasa?

Evidentemente no, pero prestando atención es posible comenzar a detectar las causas de determinados dolores, lesiones o enfermedades.

Cuando nos duele la cabeza solemos darnos prisa en conseguir alguna pastilla que nos calme el dolor. Esto está muy bien, pero ¿cuántas veces reparamos en aquello que haya podido suceder justo antes de que nos empezara a doler la cabeza? Está claro que ese dolor puede reflejar un estado de estrés o de cansancio. Existen otras situaciones en las que el ambiente no supone una situación de cansancio. ¿Por qué nos duele la cabeza en esos momentos? ¿Qué tipo de conversación he mantenido y con quién? ¿Qué pensamientos? ¿Qué ha pasado? ¿Qué supone esa persona para mí?...

Todas estas preguntas pueden reconducir al origen provocador o generador de lo que puede ser un dolor de cabeza, y no se trata de culpar a lo externo de mi dolor, sino de comprender qué es aquello que se ha producido en uno mismo para que esa información se centre en una parte determinada de nuestro cuerpo y se manifieste en forma de dolor.

Es curioso como el dolor nos incapacita, nos impide continuar con nuestras labores cotidianas. ¿Acaso no es una forma brusca de detenernos? ¿Una respuesta de supervivencia? ¿Una forma de reconducirnos por otro camino o de mostrarnos que hasta que no se resuelvan determinados conflictos, no va a ser posible avanzar?

Esto es lo más llamativo de todo. Existen ocasiones en las que una persona puede sentirse estancada en algún aspecto determinado de su vida. Puede mantener dolores, enfermedades o sensaciones, sin conocer las razones por las que no se produce la curación o el cambio. Sigue siendo sorprendente como la sanación llega cuando se comprenden determinadas informaciones y se toma consciencia de las mismas.

Y puede no ser tan sencillo como seguir el camino descrito para saber por qué nos ha empezado a doler la cabeza en un momento puntual. Es posible que nuestros bloqueos y síntomas provengan de cuestiones más complicadas y antiguas. Esto empieza a ponerse interesante. Acaso, ¿mi historia familiar no tiene que ver conmigo?. ¿Cómo es posible que lo vivido, pensado y sentido por un miembro anterior de nuestra familia pueda estar provocando una sintomatología en mí?

Lo que es callado en la primera generación, la segunda lo lleva en el cuerpo.

Todo síntoma tiene un sentido, una utilidad biológica y por tanto adaptativa. Cada acontecimiento incluye una codificación, es decir, una carga de información que se recibe e interpreta aunque sea a nivel inconsciente. ¿Y qué historia existe detrás de la propia historia de una persona?

Existen diferentes metodologías que se ocupan de comprender los aspectos que se esconden detrás de determinados síntomas y que corresponden al ámbito genealógico o familiar. Todos conocemos lo que es el árbol genealógico. Todos tenemos uno propio formado por nuestros hermanos, padres, abuelos, bisabuelos, etc.

Las constelaciones familiares por ejemplo, permiten la toma de consciencia de aspectos no conocidos por el paciente en su núcleo familiar, incluso no habiendo conocido personalmente a determinados miembros del clan familiar. A través del árbol genealógico, podemos acceder también a informaciones "ocultas" y que a nivel consciente no podemos ver, sin embargo a nivel inconsciente siguen manifestándose.

En Biodescodificación (metodología usada para optimizar tratamientos médicos o terapéuticos) se pretende llegar a la emoción oculta asociada al síntoma. Uno de los aspectos que se trabajan engloba lo que se denomina el "transgeneracional". Se trata de aquello que pasa de una generación a otra, o de un miembro a otro de la familia. Por ejemplo, la psicogenealogía, en su estudio del árbol genealógico y su influencia en nosotros, parte de la premisa de la existencia de comportamientos inconscientes transmitidos de generación en generación que en ocasiones, pueden impedir el desarrollo sano de la persona que lo hereda o carga con ello.

La información está en el ambiente y en nosotros mismos.

"Si quieres conocerte, acércate a tu árbol", nos dice Alejandro Jodorowsky. Y es que en nuestra familia podemos encontrar secretos, vergüenzas, tabúes, silencios... Todo esto es lo que no solemos saber. Es información no transmitida de forma oral. Es algo que no suele contarse y sin embargo se transmite a nivel inconsciente. La información está en el ambiente y en nosotros mismos.

Casos de enfermedad mental, infidelidades, hijos no reconocidos, abortos, incestos o abusos... Secretos guardados que crean un océano insano de traumas y conflictos para los nuevos miembros de la familia. Y entonces surge la enfermedad, pero no como la solución del problema, sino como la invitación a enfrentar el conflicto familiar no conocido. La sanación del árbol pasa por eliminar la repetición, comprenderla, o repetirla en una forma positiva.