Traducción de David Moreno para 45-rpm.net

La situación electoral se volvió peligrosa. La cómoda posición de que "todo es igual" no ayuda a resolver el dilema: uno de los candidatos vencerá en el pleito.

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La apertura de un nuevo ciclo de luchas a partir de las Jornadas de Junio de 2013 debe entenderse como de largo plazo, y todavía no presenta un desenlace completamente previsible. Lo que resulte de este nuevo momento, sin duda, depende del nivel de organización de los trabajadores y de las masas populares, y de la capacidad de presentar propuestas que unifiquen al pueblo rumbo a transformaciones estructurales en la sociedad brasileña. Por lo tanto, es preciso dejar claro: el alcance de estas propuestas de transformación depende de condiciones más favorables en el presente, lo que incluye también consideraciones defensivas en la táctica electoral. Es un error político grave apostar a "cuanto peor mejor".

Está claro que estamos ante una ofensiva a escala mundial del capital financiero internacional (en el marco de la crisis estructural del capital) y hay un nítido predominio de la contrarrevolución preventiva, de las contrarreformas y de la regresión social. La candidatura destinada con mayor eficacia a cumplir estas medidas antinacionales y antipopulares en el próximo periodo es sin duda la del PSDB de Aécio Neves.

¿Qué representa Aécio Neves?

Esta candidatura representa la oposición de derecha radical, que tiene vínculos directos con megaespeculadores como Soros, bancos extranjeros de inversión (Merrill Lynch) y de comercio (Santander), oligarcas de la burguesía interna pero integrada al imperialismo norteamericano con una identidad derechista más dura e ideológica (como la mayor parte de los grupos ligados al Instituto Millenium, dirigido por Armínio Fraga, escogido por Aécio para coordinar la cartera del Ministerio de Hacienda en caso de ser elegido, y que se ha quejado de que el "salario mínimo creció mucho en los últimos años").

La candidatura de Aécio es espeluznante y atiza a los sectores reaccionarios, como ya demuestran manifestaciones racistas, fascistas, homofóbicas y xenofóbicas, contra los nordestinos y por la disminución de la edad de responsabilidad criminal. Es la candidatura que representa un pro imperialismo extremista, prometiendo inclusive entregar plenamente la dirección del Banco Central (hoy subordinado al Ministerio de Hacienda) a tecnócratas no elegidos, bajo el mando directo del capital financiero internacional.

Aécio Neves representa el regreso a la "era FH Cardoso", que ahora tratan de pintar de oro: bajo FHC, la legislación brasileña ya había eliminado las distinciones jurídicas entre empresas nacionales y extranjeras (facilitando el apoyo de instituciones públicas como Bndes a las transnacionales). Las tres mayores empresas del país - Petrobrás, Vale do Rio Doce y BR Distribuição (16,1% de las ventas entre las 500 mayores) - sufrieron una profunda y creciente escalada privatizadora. Tras la Ley del Petróleo de 1997, los dos gigantes "estatales" sufren fuerte participación accionaria (y la consecuente influencia) del capital financiero internacional.

En el proceso de privatización, la Vale fue vendida, fraudulenta y criminalmente, por el gobierno FHC por una ínfima fracción (R$ 3,1 mil millones) de su valor, calculado en la época en más de R$ 1,5 billones. Sólo en 2010 la utilidad neta de la Vale fue de R$ 30 mil millones, casi diez veces el precio pagado por su privatización; los ingresos de la empresa en 2013 sumaron R$ 104,25 mil millones. Mientras los trabajadores pagan hasta el 27,5% de impuesto y renta, la Vale paga 0,12% de su facturación. Esta transnacional paga en Brasil una de las tasas más bajas de impuesto y de regalías del mundo; a pesar de ser la segunda mayor compañía minera del mundo, mayor productora de mineral de hierro y segunda mayor de níquel.

PSDB contra la integración latinoamericana

Pero queremos puntualizar aquí una cuestión decisiva. La principal tarea internacional de Aécio Neves, si es elegido, es desarticular las experiencias de integración latinoamericana en las cuales participa Brasil, como Mercosur, Unasur y Celac, y actuar como agente interno en el continente en la ofensiva contra los gobiernos antiimperialistas con amplio apoyo popular: Nicolás Maduro en Venezuela, Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador. El proyecto estadounidense del ALCA (Área de Libre Comercio para las Américas) fue archivado debido a la lucha de los pueblos latinoamericanos, articulada en una campaña internacional liderada por Hugo Chávez; en el Brasil debido a la resistencia de los movimientos populares, que tuvo al frente al MST.

Sin embargo, la estrategia anexionista sigue buscando nuevos medios de implementación. El ALCA significaría mucho más que la profundización de la dependencia al imperialismo. La aplicación de este tratado significaría una radical regresión neocolonial para los pueblos de América Latina y del Caribe y llevaría a la balcanización del Brasil. En este aspecto decisivo, ha habido un giro positivo en la diplomacia brasileña bajo los gobiernos del PT, orientándola para dar más peso a las relaciones Sur-Sur. Este cambio se explica por la situación internacional favorable con la elección de presidentes antiimperialistas y progresistas en varios países vecinos.

En el ámbito interno, pesó la presión creciente de ciertas fracciones burguesas con inversiones abultadas en capital fijo en el país, en defensa de la industria local contra el aplastamiento estadounidense. Se destaca también la lucha del entonces secretario general de Relaciones Exteriores (2004-2009) Pinheiro Guimarães. En la Cumbre de las Américas de Mar del Plata (noviembre de 2005), Lula se alineó con Chávez, Morales, Correa, Néstor Kirchner y otros presidentes latinoamericanos impidiendo el ALCA; contrariando a Baby Bush y sus acólitos, Vicente Fox (ex presidente de la Coca-Cola y entonces presidente de México) y el fascista Uribe (entonces narcopresidente de Colombia).

¿Y Dilma?

No se trata de hacer una defensa apologética del gobierno Dilma ni de tener la ilusión de que habrá transformaciones en un nuevo mandato, sino de no ignorar hechos que tienen un peso significativo sobre las luchas en el país y en el extranjero. Sabemos que la candidatura Dilma está más vinculada a los intereses del capital financiero internalizado: fracciones de la gran burguesía interna (en general asociadas al imperialismo, pero que reivindican la protección estatal para mejorar su posición), el capital monopolista interesado en la prioridad de las compras estatales a la producción local (construcción civil, industria naval, etc.) o en una política exterior Sur-Sur, con interés por construir zonas comerciales más favorables.

Está claro que los gobiernos del PT rompieron con los mejores aspectos de la historia, programa y discurso de su partido, y frustraron las expectativas de sus bases populares. En el "transformismo", que llevó al apaciguamiento y desmovilización de las masas proletarias y populares, se perdió la política de sentido emancipatorio y se bloquearon los medios de lucha y de formación de conciencia de clase. Por esto, la mayor responsabilidad por el bajo desempeño en las elecciones pasadas (en la primera vuelta de 2002, 2006, 2010, el PT recibió, respectivamente, 45,4% 48,6% y 46,8% de los votos), con un escaso 41,5% en esta primera vuelta, es del mismo PT.

La prioridad de mantener la "gobernabilidad" bloqueó los necesarios enfrentamientos contra el imperialismo, los monopolios y el latifundio, que engendran el bloque de poder responsable del carácter dependiente del capitalismo monopolista brasileño, cada vez más asociado de modo subalterno al capital financiero internacional y, por tanto, dominado por las potencias imperialistas, y que hace al pueblo brasileño sufrir una desigualdad social crónica.

Así, si por un lado los gobiernos del PT han hecho acuerdos diferenciados con fracciones de clase burguesas que acabaron por integrarlo a la propia gestión de capital, por el otro, el socialdemócrata Aécio Neves es quien tiene más vínculos orgánicos con las fracciones de clase más pro imperialistas, privatizadoras, elitistas y fascistas del bloque de poder dominante. Este análisis sólo puede conducir a la posición política de derrotar la candidatura del PDSB: la única posición anti-Aécio consecuente es el voto el 13 por Dilma. La situación es seria, el voto nulo, aunque legítimo, es equivocado, pues no contribuirá a enfrentar concretamente el difícil dilema en el que nos encontramos.

Es preciso derrotar a Aécio Neves y reagrupar al pueblo para la construcción del bloque de las fuerzas populares capaz de realizar los profundos deseos de cambio, que incluye medidas urgentes y profundas en los transportes, la salud pública, la educación, la seguridad pública, los derechos de los trabajadores, la construcción de participación y soberanía popular en los procesos decisivos, la reforma agraria y la reforma urbana.

¡Voto por Dilma para derrotar a Aécio Neves!

¡Avanzar en la formación del bloque popular contra el imperialismo, los monopolios y los latifundios, rumbo al socialismo!

¡Seguir en la lucha más allá del voto!